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That Kind of Guy

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―Es genial ―grazné―. Tan genial, Keiko.

―Estoy un poco ocupada esta semana con la casa de la ciudad, pero ¿podemos

fijar una reunión en el banco en algún momento de la próxima semana?

―Mhm. Eso suena muy bien. ―Me imaginé caminando de regreso al banco y

ellos persiguiéndome, gritando ¡fuera! ¡Fuera de aquí! ¡Ya hemos dicho que no!

―Maravilloso. Hablamos pronto, cariño.

―Adiós, Keiko. ―Sonreí con fuerza y colgué el teléfono antes de tirarlo sobre

mi escritorio y apoyar la cabeza entre las manos.

Keiko estaba vendiendo el restaurante, y lo estaba vendiendo rápido. Si no

encontraba pronto una solución, no tendría más remedio que vendérselo a otro.

La sonrisa arrogante de Emmett me vino a la cabeza y gemí.

―Ahí está mi corazón ―sonrió Emmett al abrir la puerta de su casa aquella

tarde.

Le fruncí el ceño.

Odiaba esto. Llevaba aquí siete segundos y lo odiaba. Odiaba todo lo

relacionado con su cara engreída y molesta. Su expresión cómplice, como si

esperara que aceptara su trato y supiera que volvería arrastrándome porque no

tenía otra opción. Odiaba depender de otra persona, y odiaba especialmente

depender de él porque tenía la sensación de que le encantaba.

Pero yo quería el restaurante, y quería hacer las cosas lo más fácil posible

para Keiko. Así que estaba haciendo esto.

―De acuerdo ―dije a regañadientes.

Sus cejas se alzaron.

―¿De acuerdo?

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