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That Kind of Guy

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Se levantó, haciendo que su taburete rozara el suelo.

―No voy a hacer esto. ―Salió de la cocina, así que me levanté y la seguí.

―Adams, vamos ―le dije―. Estoy encantado de prestarte el dinero. ¿Es

una cuestión de orgullo? Nadie lo sabrá salvo yo, y ni siquiera me burlaré de ti por

ello.

Me lanzó otra mirada fulminante mientras abría la puerta.

―No necesito tu ayuda.

―Eres amiga de los Nielsen, ¿verdad? ―Frank Nielsen era el dueño de la

librería, y yo había visto a Avery con su hija, Hannah, una mujer tranquila y de voz

suave, más o menos de la edad de Avery.

Parecía cautelosa.

―Sí.

―Frank utiliza una máquina CPAP por la noche para respirar. La mañana

siguiente al último apagón, no se encontraba bien. Recuerdo que dijo que le dolía la

cabeza. ―Esto era cierto, estuve hablando con él en la ferretería al respecto―.

Probablemente le dolía la cabeza porque su cerebro no recibió suficiente oxígeno

la noche anterior. La próxima vez que se vaya la luz, podría morir.

―Oh, cállate ―dijo, sacudiendo la cabeza―. Frank Nielsen no va a morir.

Asentí solemnemente. Sí, estaba llegando hasta aquí, pero ella estaba

oponiendo más resistencia de la esperada.

―Frank podría morir, y entonces tendrás que decirle a Hannah que fue culpa

tuya. Pero si lo hacemos y me eligen alcalde, mejoraré la red eléctrica, se acabarán

los apagones y Frank tendrá una vida larga y feliz.

―Eres un mentiroso. ―Me señaló y entrecerró los ojos―. Lo supe desde el

día que me mudé a la ciudad. Estás tan lleno de mierda, y nadie puede ver más allá

que yo. Nunca saldría contigo.

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