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That Kind of Guy

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―Mañana la pongo a la venta. Será duro dejar el lugar en el que he vivido

treinta años, pero ya es hora. ―Volvió a sonreírme y asintió―. Y también venderé

el restaurante.

Mi pulso se detuvo. Parpadeé.

―¿Vender... el restaurante?

Ella asintió, observándome.

―Ese es el plan. Mi asesor financiero cree que es mejor que venda los dos

para pagar la casa. ―Volvió a asentir para sí misma―. Y estoy preparada. Es hora

de la siguiente fase de la vida, ser abuela. ―Sonrió.

―Tengo que preguntar: ¿a quién se la vendes?

―A ti, si te interesa. ―Había un brillo en sus ojos.

Me quedé con la boca abierta.

―¡Claro que me interesa!

Se rió. Nunca habíamos hablado de comprar la casa, pero siempre parecía

haber un acuerdo tácito al respecto.

―Esperaba que dijeras eso ―dijo, tomando otro sorbo de té y sonriéndome

por encima de su taza―. Me decepcionó que mi Layla no quisiera saber nada del

lugar, pero llegaste tú y mis plegarias fueron escuchadas.

Me picaban los ojos y le sonreí. Había trabajado en el sector de la

restauración durante cinco años antes de mudarme aquí y nunca había

encontrado una mentora como Keiko, alguien que fuera amable con su personal,

alguien que me enseñara todo sobre cómo llevar un restaurante. Oírla decirme

que quería que comprara El Arbutus me hizo estar aún más decidida a hacer que

se sintiera orgullosa.

Una idea me asaltó. ¿Tenía suficientes ahorros para un préstamo? Pensé que

tenía más tiempo. Creía que Keiko se jubilaría dentro de cinco o diez años. Era

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