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That Kind of Guy

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A través de las ventanas que no estaban bloqueadas por el cartel de campaña

más grande del mundo, vi a un grupo de gente fuera, reunida en torno a alguien.

―¿Qué está pasando ahí fuera? ―pregunté.

Elizabeth echó un vistazo.

―Uno de los niños de la clase de la señorita Yang va a cuidar de la tortuga de

la clase durante una semana. No se lo digas a Emmett, odia las tortugas.

Avery, cariño, ¿has visto la revista en la que sale Emmett? ―La levantó para

enseñármela y estudié su imagen.

Joder, era guapo. Lástima que su exterior no coincidiera con su interior.

Espera.

―¿Qué quieres decir con que odia a las tortugas?

Sacudió la cabeza.

―No las soporta. Chocó contra una con su bicicleta cuando era niño y la

aplastó, pobrecito.

No estaba segura de si su ‘pobrecito’ se refería a Emmett o a la tortuga, pero ya

había pasado bastante tiempo del día pensando en él, así que le dediqué otra

cálida sonrisa.

―De acuerdo, bien, disfruta de tu comida.

Cuando se calmó el ajetreo del almuerzo, me retiré a mi despacho y cerré la

puerta. Me desplomé en la silla y dejé escapar un largo suspiro. Al banco le

preocupaba que no pudiera hacer frente a los pagos en caso de que el restaurante

tuviera que cerrar temporalmente. Tenía que encontrar otra fuente de ingresos o

pedir un préstamo a otra entidad.

Me invadió una oleada de desesperación y desesperanza, e inspiré

bruscamente por la nariz. Mis ojos se cerraron brevemente, pero aparté esos

sentimientos. No iba a compadecerme de mí misma ni a rendirme. Encontraría la

forma de conseguir el dinero.

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