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That Kind of Guy

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―Encuéntrame el dinero ―respondí tajante―. Nos arreglamos con lo que

tenemos. ―Incliné la barbilla hacia él―. Yo me ocuparé del bar, ya sabes lo que

tienes que hacer.

Sonrió, salió de detrás de la barra y me tendió el delantal. Eché un vistazo a

la lista de recibos de los camareros y empecé a preparar un whisky sour. Los

camareros dejaron más recibos de bebidas y entregaron los últimos platos de la

cocina a sus respectivas mesas. En un rincón del restaurante, Max tomó asiento y

apoyó la guitarra en la rodilla. Empezó a tocar, y los comensales lo miraban y

escuchaban con pequeñas sonrisas en sus caras. Saqué mi teléfono, le hice una

foto a hurtadillas y la subí a nuestras redes sociales.

“Se ha ido la luz pero nada nos impedirá pasar una gran noche en El Arbutus”.

Escribí el pie de foto y le di a publicar antes de volver a guardar el teléfono en el

bolsillo y ponerme a preparar las bebidas.

En verano, la luz se iba una vez al mes, pero en invierno los cortes se

producían al menos una vez a la semana. No podíamos cerrar la tienda cada vez

que se iba la luz o nos quedaríamos en números rojos, así que en los dos últimos

años me las ingenié para seguir abierta. ¿Sin música? Max era músico, y muy

bueno. ¿No había luz? Luz de velas en el restaurante y linternas de propano en las

cocinas. Por suerte, nuestra cocina tenía hornillos de gas, así que aún podíamos

terminar el último servicio de la cena. Como no sabíamos cuánto durarían los

cortes y no queríamos que la comida de una semana se echara a perder,

mantuvimos bajas las reservas de la nevera y el congelador. De todas formas, en el

Arbutus todo giraba en torno a la comida fresca y local, así que no fue un

problema.

Nos las arreglábamos. Pasara lo que pasara, siempre lo conseguíamos.

Horas más tarde, cuando se fue el último cliente, los camareros contaron sus

propinas, Max recogió su guitarra y yo coloqué las sillas en las mesas mientras el

personal se marchaba. Las velas seguían iluminando el local con sus farolillos, y

yo me movía por el restaurante vacío, ordenando, barriendo y cerrando. Algunas

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