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Anales galdosianos [Publicaciones periódicas]. Año XII, 1977
Lover, it is still possible in every case to demonstrate the subjective or psychological character of the
energy which the Ghostly Lover wields». 166
From the moment of her first encounter with Horacio, Tristana seems aware that he is, somehow, a
part of herself. The narrator describes the scene of their first meeting: « Antes de aproximarse a los
incendiarios vio a un hombre que hablaba con el profesor de los sordomudos, y al cruzarse su mirada
con la de aquel sujeto, pues en ambos el verse y el mirarse fueron una acción sola, sintió una sacudida
interna, como suspensión instantánea del correr de la sangre. ¿Qué hombre era aquel? Habíale visto
antes, sin duda; no recordaba cuándo ni dónde, allí o en otra parte... » 167 In her first letter to him,
she writes: « Te quise desde que nací... » (p. 1555) and in the third, « Te estoy queriendo, te
estoy buscando desde antes de nacer ». (p. 1556) The Ghostly Lover within makes Horacio appear
hauntingly familiar.
In the beginning, Tristana even seems minimally aware of the tendency of her own fantasy to distort
the real Horacio: « Asombrábase ella del engaño de sus ojos en las primeras apreciaciones de la
persona del desconocido. Cuando se fijó en él, la tarde aquella de los sordomudos, túvole por un señor
sí, como de treinta años. ¡¡Qué tonta!! ¡Si era un muchacho! » (p. 1555) But this discriminatory
power is soon lost, and she succumbs gradually to the fantasy created by her own psyche.
The idealization of Horacio (or, if you will, the realization of the Ghostly Lover) begins early in
the novel. Listening to Horacio's account of his life, Tristana thinks him unique among men, a kind
of romantic saint deserving inclusion in the most sacred of martyrologies. She believes « que el
hombre que le había deparado el Cielo era una excepción entre todos los mortales y su vida de lo más
peregrino y anómalo que en clase de vidas de jóvenes se pudiera encontrar: como que casi parecía
vida de un santo, digna de un huequecito en el martirologio ». (1558-9)
Horacio has an almost magical effect on her, ridding her of all her fears and anxieties (« Desde
que te quiero..., no tengo miedo a nada, ni a los toros ni a los ladrones. Me siento valiente hasta el
heroísmo, y ni la serpiente boa ni el león de la selva me harían pestañear ». p. 1561), and pulling
her ever upward toward the airy regions of the ideal: « Soy tan feliz », she writes, « que a veces
166 Ibid. , p. 45.
167 Benito Pérez Galdós, Tristana in Obras completas (Madrid: Aguilar, 4.ª edición, 1965), V, p.
1554. All further page references included in parentheses in the text are to this edition.
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