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Riqui Gell
Una tarde cualquiera apareció un ratón en mi habitación; no soy
Musofóbico, o sea, no les tengo miedo excesivo, pero si asco al
igual que a las cucarachas, las puedo matar pero me dan asco. (No se
ría, por favor). Así que al ver éste demonio digo ratón, salí corriendo
de mi habitación; mi hermano entró y supuestamente lo sacó. Busqué,
escuché atentamente, miré, olfateé y no lo sentí. Solo así pude dormir
en paz. ¡Gloria a Dios por los hermanos menores!
A la mañana siguiente mientras me preparaba para ir al trabajo,
abrí una gaveta y repentinamente me encontré el endemoniado
ratón tirando patadas voladoras. Todo fue imprevisto y como era de
esperarse, di un tremendo salto hacia atrás y tiré un gran grito, me
tropecé y me fracturé el tobillo. Solo decir que esa noche tuve que
predicar en chancletas (zapatillas abiertas) ya se imaginan, en fin que
duré varios días con un gran dolor en mi tobillo.
Ese día, mi madre le puso veneno al ratón y en poco tiempo apareció
muerto. Cuando vi el cadáver, frío y tieso, fue que volví a sentir paz
y a dormir tranquilo. Considero que de haberle puesto veneno el
primer día, me hubiese evitado la fractura de mi tobillo, la vergüenza
de predicar informal, el susto y las demás consecuencias. Todo por un
pequeño ratón. Un pequeño detalle.
Son muchas las ocasiones en las que pequeños detalles echan a perder
grandes cosas. Pequeños ratones, no matados a tiempo, arruinan toda
una vida. Predicadores que tuvieron toda una vida de éxitos, pero
descuidaron su familia y por ese “pequeño detalle”, terminaron solos,
sin familia y sin ministerio. Jóvenes que iniciaron con buen pie, pero
olvidaron pequeños detalles. A veces la preparación, la planificación,
o una buena consejería. Pequeñas cosas que debieron resolverse a
tiempo pero se dejaron para después. No siempre un gran incendio
inicia con una explosión, tal vez por dejar una pequeña rejilla de una
estufa abierta o semi abierta… a veces una vela o un cigarrillo ocasiona
un gran fuego.
Los Pequeños Detalles│115