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El Dios de los Procesos
A veces pensamos que esos procesos que atravesamos porque lo
provocamos nosotros Dios ya no puede hacer nada. Permítame decirle
que no, independientemente quien le haya metido en ese proceso,
Dios o usted, si se humilla, Él hará que todo salga mejor. No creo que
José tuviera que ser vendido como esclavo para llegar a Egipto, a lo
mejor había otra forma para llegar, pero al contarle a sus hermanos
lo de sus sueños, provocó el malestar en ellos y como consecuencia
todo el desenlace de tragedias, pero al final Dios cambió todo para
bien. A veces hablamos de más y provocamos tempestades pero si
está dispuesto a humillarse, El Señor le perdonará. Como perdonó
a Betsabé, a su esposo y también me ha perdonado a mí. No hay
pasado que no pueda ser redimido, no hay error que no pueda
ser compensado, no hay herida que no pueda ser curada, corazón
restaurado, reputación devuelta.
Tal vez sea coincidencia, quizás no, pero el oficio que ejerció nuestro
Señor Jesús cuando estuvo en la tierra fue la carpintería, aquella
profesión que trabaja con la madera, especialmente restaurando,
arreglando y corrigiendo. En el libro de Jeremías Dios se identificó
con un Alfarero, el que rompe una vasija y la hace de nuevo. El mismo
Alfarero que moldeó a David, a Betsabé, y a usted y a mí también. Se
necesitan años para construir una reputación pero tan solo segundos
para arruinarla, pero Dios es especialista restaurando las ruinas…
Por cierto, el nuevo esposo de Betsabe fue quien dijo: “Al corazón
contrito y humillado, no lo despreciarás Tú, oh Dios”. Rey David.
(Salmos 51:17)
122│Betsy