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El Dios de los Procesos
me sirvió en la promoción. Los sermones que escribí en mi agenda
vacía, fueron los que utilicé cuando me tocaba dos y tres veces a la
semana predicar. Si no hubiera sido por ese momento de oscuridad
en el que Dios estaba desarrollando mi paciencia y mi carácter, no
hubiese llegado la promoción a la que Él me llevó. Si Moisés no tira
la vara en el desierto, donde nadie lo estaba mirando, no hubiese
tenido la seguridad de tirarla frente al Faraón y sus hombres. Si David
no aprendía a matar osos y leones en el monte, no hubiese tenido
la convicción de enfrentarse a Goliat. José aprendió a administrar la
cárcel y los pocos recursos que tenía y lo puso en práctica cuando
le tocó administrar todo Egipto. ¿Dónde está? ¿Qué le ha tocado
aprender? ¿En qué momento se encuentra? Debe desarrollar la
paciencia, aprender en la oscuridad y tomar nota… le tocará poner a
funcionar todo esto cuando Dios decida sacarle del PROCESO.
156│El Proceso de la Paciencia