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Riqui G<strong>el</strong>l<br />

En <strong>el</strong> proceso <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Cristo le produjeron muchas heridas:<br />

en <strong>el</strong> costado, en la espalda, en la cabeza, en las muñecas, en <strong>los</strong><br />

pies, etc. Pero cuando Cristo resucita solo tiene dos señales: en las<br />

muñecas (que en la época se le <strong>de</strong>cía las manos) y en <strong>el</strong> costado.<br />

Las heridas fueron producidas por <strong>el</strong> proceso <strong>de</strong> la muerte, bien fuertes,<br />

dolieron pero al Jesús resucitar ya no estaban esas heridas, solo habían<br />

dos señales para testimonio. “Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu <strong>de</strong>do, y<br />

mira mis manos; y acerca tu mano, y mét<strong>el</strong>a en mi costado; y no seas<br />

incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor<br />

mío, y Dios mío!” Juan 20:27,28<br />

Cuando pasamos por diversas pruebas se nos producen heridas: <strong>de</strong><br />

un divorcio, <strong>de</strong> una enfermedad, <strong>de</strong> una discusión, etc. Heridas en<br />

nuestra alma por una canc<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> trabajo, heridas emocionales<br />

que nos matan. Pero cuando Dios <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> que <strong>de</strong>bemos “resucitar”<br />

ya no quedan “heridas”, quedan solo algunas señales que en vez <strong>de</strong><br />

dolor nos traerán gozo, pues servirán <strong>de</strong> testimonio para mostrar las<br />

gran<strong>de</strong>s maravillas que Dios hizo en <strong>el</strong> proceso.<br />

Cuando Jesús mostraba las “señales” (Su costado y Sus manos) no<br />

las mostraba con dolor ni resentimiento, no se entristecía ni le dolía<br />

cuando la tocaban, la mostraba con gozo, porque luego <strong>de</strong> una<br />

crucifixión, cuando Dios <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> levantarnos, sana las heridas y se<br />

convierten en señales, que son recuerdos que no dolerán, pues al vivir<br />

un presente con un cuerpo glorificado y recordar <strong>el</strong> pasado d<strong>el</strong> cuerpo<br />

<strong>de</strong>bilucho, solo nos causa gozo por lo que Dios hizo, por <strong>el</strong> antes y<br />

<strong>de</strong>spués.<br />

Para Testimonio│67

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