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Riqui Gell
Luego de Jesús sacar al ciego de su ambiente le escupió en la cara al
ciego. No se confunda, no es la historia donde Jesús escupió en el piso
y hace lodo. Esta es otra, aquí escupió directamente a la cara. Fue a
mediado del siglo XX que se comprobó que la saliva contiene material
genético, pero ya Jesús lo sabía dos mil años antes. Al escupirle en la
cara al ciego, le estaba diciendo: entró mi ADN en ti, pues lo que viene
es muy grande y me necesitas dentro. Te comparto mi genética…
En muchas culturas escupir es un signo de desprecio y de maltrato.
Me parece pensar que el Señor nos está diciendo con esto que para
tener mi ADN, mi carácter, mi presencia, necesitaran ser despreciados,
maltratados, y rechazados, pero cuando lo sean no se olviden, se
estarán pareciendo más a mí. Y algo grande se estará aproximando.
Dios siempre nos prepara para lo grande.
Un hombre pastoreaba una congregación por mucho tiempo y ésta
no crecía, decidió abandonarla e irse a vivir fuera del país. Mi padre,
que en ese tiempo era un joven de algunos 24 años y recién casado,
fue enviado a esa congregación a pastorearla provisionalmente, pero
al crecer la iglesia de manera tan bonita fue fijado allí. Al poco tiempo
la iglesia había sido una de las que más habían crecido del concilio
y mi padre se había enamorado de las almas, fue cuando el antiguo
pastor supo como Dios había bendecido la congregación que dejó y
volvió al país para recuperarla. Más del 80% de la feligresía se opuso
pero mi padre no quería conflictos y aunque tenía todo el apoyo del
concilio, renunció. Papi asumió el proceso y volvió humildemente a su
congregación, cuando no pasado mucho tiempo una profeta le dijo:
“Dice Dios que prepare tu mochila porque volverás al pastorado”. Es
difícil volver a un ministerio cuando no se obtuvo éxito en él. ¿Por
qué Dios no me defendió en aquella ocasión?, fuera una pregunta
que cualquiera se hiciera, pero él no pensó así y no mucho tiempo lo
enviaron a pastorear. Poco después de estar ahí ganó un reconocimiento
como la iglesia que más creció en ese año. Mi viejo, hoy en día, tiene
más de 20 años pastoreando y junto a la congregación ha levantado
más de 7 iglesias. Espiritualmente fue escupido, lo que provocó que su
visión humana fuese cambiada, su ADN transformado y luego empezó
a disfrutar la recompensa de vivir en otro nivel en el Señor.
Antes de Salir del Proceso│169