Anuario Espírita 2007 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!
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¿Qué Reino podría ser considerado de Dios si estuviese identificado<br />
con los mismos símbolos pobres del Reino de los Hombres?<br />
Para clarificar el asunto, recurramos a los consejos de Jesús que, siendo<br />
el Alma más excelsa y sabia que haya pisado el suelo planetario, afirmó: Yo<br />
soy el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie va al Padre si no es por Mí.<br />
Si Él es el Camino, la Verdad y la Vida, seguramente sabe decirnos<br />
dónde está el Reino de Dios…<br />
“Viendo la multitud, subió al monte. Al sentarse se aproximaron a él<br />
sus discípulos. Y se puso a hablar y los enseñaba diciendo:<br />
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de<br />
los Cielos…<br />
Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios…<br />
Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia,<br />
porque de ellos es el Reino de los Cielos…<br />
Bienaventurados sois, cuando os injuriaren y os persiguieren y<br />
mintiendo, dijeren todo mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y<br />
regocijaos, porque será grande vuestra recompensa en los Cielos…”<br />
El Amigo Celeste, hablando a la multitud poco letrada y necesitada de<br />
símbolos sencillos, dentro de la dicotomía a la que fuera acostumbrada en las<br />
realidades de la Tierra en oposición a las cosas del Cielo, se ocupa de hacerla<br />
entender que los que modifiquen su interior, los que tengan sencillez, humildad<br />
y desapego a las cosas materiales, los que limpien su corazón, los que soporten<br />
las persecuciones de la iniquidad sin abatirse o volverse malos o vengativos,<br />
los que sean víctimas de injurias, mentiras, calumnias, todos los que alcancen<br />
estas metas estarían en condiciones de encontrar el Reino de los Cielos que,<br />
sin sombra de dudas, representa el incorpóreo Reino de Dios.<br />
Y verdaderamente, sólo era posible encontrarlo, en aquello que no se<br />
destruye, no se adultera, no es perecedero, o sea en el espíritu, en el sentimiento<br />
profundo, en la residencia de las virtudes divinas.<br />
Si observamos atentamente, veremos que aun cuando la razón es la<br />
sede de la lucidez y de la comprensión de todas las cosas, las virtudes divinas<br />
son mejor expresadas por los atributos del sentimiento.<br />
El raciocinio desasistido por el afecto ha encontrado caminos lógicos<br />
para holgar con indiferencia sobre los dolores ajenos, para hacer sufrir sin<br />
ANUARIO ESPÍRITA 49