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para el arte, la mas general) del descuido de los<br />
artistas en todos los diversos ramos de su pro-<br />
fesión, es la ignorancia. No es culpa del que se<br />
dedica á la carrera artística, si, por su naci-<br />
miento ó posición social, no ha podido recibir<br />
desde un principio una educación esmerada.<br />
Pero será imperdonable en aquel que, querien-<br />
do dedicarse al ejercicio del arte melodramático,<br />
crea que no es necesario educar la mente como<br />
conviene al que debe interpretar, no tan solo un<br />
personaje cualquiera , sino también las infinitas<br />
pasiones y afectos del corazón humano. Un ar-<br />
tista podrá nacer adornado de dotes extraordi-<br />
narias concedidas por la naturaleza; pero esto<br />
apenas sirve mas que para cantar la nota mu-<br />
sical : si su talento no tiene el apoyo de un crite-<br />
rio sano ó de un juicio inteligente capaz de dar,<br />
á tal ó cual expresión de afecto, la apariencia de<br />
la verdad, nunca podrá conmover el corazón;<br />
agradará quizá al oido del público, pero lo<br />
cansará pronto, puesto que no habla masque á<br />
un sentido.<br />
Aunque el modo de sentir es un don de la<br />
naturaleza, puede desarrollarse bastante con una<br />
educación cuidadosa. Hiriendo las fibras del co-<br />
razón se dispierta el sentimiento y se enseña al