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esfuerzos! No se acobardó; luchó con perseve-
rancia, y supo, al fin, vencer todos los obstá-
culos que se le ponían por delante en el camino
que debia conducirle mas tarde á la cúspide de
la fama universal.
Duprez, el artista completo por excelencia»
¿no se le creyó inepto y juzgado como tal por
el público de Paris en su primera aparición en
el teatro del Odeon? ¿Quién hubiera creído en-
tonces que el mismo que abandonaba á Paris,
para ir á Italia , no dejando tras de sí mas que
tristes recuerdos como tenor de medio carácter,
habia de volver algunos años después á destro-
nar á Nourrü? ¡Nourrit, el ídolo del público
parisiense de la grande Opera, que, durante
quince años, no se cansó de festejar y adorar!
También Duprez tendria que sufrir mucho natu-
ralmente en la lucha contra la prevención gene-
ral favorable á Nourrü, como actor por exce-
lencia, cantante expresivo y muy cuidadoso,
dotado de una magnífica presencia, que daba
realce á todos los papeles que interpretaba. Pero
Paris quedó atónito cuando oyó aquella amplia
manera de frasear los cantables, aquella decla-
mación expresiva, aquel estilo elevado, aquella
pronunciación vibrante y aquella emisión per-