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teligencia y corazón, que hagan olvidar los de-
fectos de su voz.
Parece increíble que el maestro, que no debia
ocuparse en la educación de la voz mas que de
la parte material, olvide esta, y solo se ocupe de
inculcar á su discípulo la manera de sentir, que
es lo único que , en mi opinión , no puede ni
trasmitirse ni enseñarse. Los antiguos cantantes
tenían sobre el particular ideas mas sanas, y los
Nozzari , Crescentini, Righini, García , etc. , son
una prueba de ello. Estos maestros que fue-
ron cantantes de primer orden, hacían estudiar
á sus discípulos por espacio de años la parte ma-
terial de la voz, sin preocuparse de otra cosa
que del mecanismo de la garganta, persuadidos
de que una vez vencida aquella dificultad y
amaestrada la voz con los recursos del arte, el
cantante por sí solo podia proseguir su comen-
zada carrera. Es verdad que hay algunas vo-
ces que han recibido de la naturaleza dotes de
tales condiciones que un maestro cualquiera no
encuentre dificultad en amaestrarlas, formando