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sejaria al artista que estudiase al menos los prin-
cipios de lodos los ramos cuyo conjunto consti-
tuye la base fundamental de la educación del
artista melodramático. Pocos son los artistas
que se presentan por primera vez en el teatro,
que posean por lo menos un conocimiento su-
perficial de los requisitos necesarios á su arte.
Quien confia en su propia voz , quien sobre el
modo de cantar, y cegado así con una necia
presunción de su propia persona y mérito, se
cierra él mismo el camino del progreso. Así
mueren, al nacer, tantos talentos por haber con-
fiado demasiado en sus propias fuerzas, vege-
tando toda su vida, é imputando á todos, menos
á sí mismos, la causa de sus desventuras.
No se nace artista ; se nace , sí , con el senti-
miento de lo bello que caracteriza eminentemente
al artista ; se nace también, lo repito, con in-
mensas dotes prodigadas por la naturaleza; pero
e\ artista no se improvisa.
Son necesarios muchos y muchos años de
estudio para desarrollar y perfeccionar estas
dotes envidiables, antes que el artista pueda
dominar su arte. El estudio asiduo y
la cons-
tante observación de lo que le rodea, son los
únicos medios con los cuales podrá alcanzar