De buena pluma.pdf - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario
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hicieron pasar un mal rato. Esperaba un pueblo entero poniéndose<br />
a sus pies y a su paso por las calles, hasta llegar al centro, pero sólo<br />
pudieron admirarla algunos borrachines trasnochados y las señoras<br />
que iban al “tianguis” a surtirse de vitualla.<br />
Por lo demás, mientras los imperialistas de corazón y los li berales<br />
tibios adornaron profusamente las fachadas de sus casas, la gente<br />
que estaba de parte de Juárez en plan sincero, se negó a servir en<br />
la comparsa. Testigo personal de estas cosas, don Miguel Salinas,<br />
dice emocionado:<br />
No he olvidado que en aquella mañana las calles de Toluca rebosaban<br />
de curiosos, y que las puertas, ventanas y a zoteas contenían grupos<br />
compactos de personas. Al llegar, el cortejo (hasta la Cortadura, en<br />
que estaban las puertas de la ciudad) avanzó lentamente… de cuando<br />
en cuando, una lluvia de flores caía sobre el coche imperial; al pasar<br />
éste frente a la casa de don Luis Goribar —hoy marcada con el número<br />
40 de la avenida de la Independencia— el anciano dueño de la casa,<br />
coahuilense radicado en Toluca, lanzó desde su balcón, con voz muy<br />
robusta, un ¡viva! a los emperadores.<br />
Parece ser que aquel grito fue tan único, que por ello impresionó<br />
al narrador. Y no salió de la boca de un toluqueño, sino de un coahuilense<br />
que estaba en Toluca por casualidad. Al señor Salinas le pareció<br />
todo muy bien, hasta que al pasar la augusta pareja bajo uno de tantos<br />
balcones, ocupado por el maestro Mariano Hoscos, el buen Max se<br />
quitó el sombrero, inclinó la cabeza y saludó con toda cortesía a dicho<br />
mentor y amigos que lo acompañaban. Todos se quitaron el sombrero<br />
y contestaron el saludo, menos el profesor Hoscos que era li beral de<br />
hueso colorado. Considera el señor Salinas que estas faltas de urbanidad<br />
carreñesca pudieron haberle dado mala fama a Toluca, en virtud<br />
de que lo cortés no quita lo valiente cuando se trata de emperadores.<br />
Muchas veces las multitudes acuciadas por algún cura, apedrearon y<br />
abuchearon a Juárez, que también solía ser muy atento y saludar con<br />
el Chapó en la diestra… Pero eso era otra cosa.<br />
p á gi na s e sco gida s de l e s ta do de méx ico<br />
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