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De buena pluma.pdf - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario

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… en esas condiciones estábamos cuando en el mes de octubre<br />

Maxi miliano vino al <strong>De</strong>partamento de México a conocer algunos de sus<br />

pin torescos lugares, empezando por los miserablemente folklóricos<br />

de San Felipe <strong>del</strong> Obraje (hoy, dizque <strong>del</strong> Progreso) y de Ixtlahuaca,<br />

para rematar en Toluca. Este viaje y la visita a Toluca son demasiado<br />

ilustrativos para el objeto de conocer el estado de ánimo y la frecuencia<br />

de opinión en los distintos círculos sociales de la ciudad capital y<br />

nos revelan algunos pormenores de la insólita manera de actuar <strong>del</strong><br />

príncipe rubio. La mejor descripción la tenemos en el maestro Miguel<br />

Salinas, y posiblemente sea la única de carácter histórico, aparte de<br />

tradiciones y leyendas que circulan por ahí entre los herederos de los<br />

socialités que en esa época se encargaron de agasajar a la imperial pareja.<br />

Siendo muy jovencito, don Miguel Salinas vio y vivió aquella<br />

ocasión tan especial que, años después, nos narra con un dejo de<br />

melancolía, como si a él también le hubiese impresionado el resplandor<br />

de la sangre azul. Se lamenta de las “grose rías de los liberales y <strong>del</strong><br />

payismo de algunos aristó cratas”, haciendo notar que la plutocracia<br />

toluqueña se quedó un poco decepcionada <strong>del</strong> príncipe rubio y su<br />

bellísima señora.<br />

<strong>De</strong>sde el principio hubo problemas, ya que Maximiliano salió<br />

primero, hizo el viaje hasta Michoacán, luego regresó a Ixtlahuaca<br />

y de ahí se carteó con la Emperatriz pidiéndole que lo esperase en<br />

Toluca. Pero resultó que Carlota se a<strong>del</strong>antó un poquitín a los acontecimientos,<br />

por el afán de conocer las formidables haciendas que<br />

se extendían a los lados <strong>del</strong> camino y llegó más temprano a Toluca.<br />

Nadie la salió a recibir. Los imperialistas que estaban preparando la<br />

“cuetería”, al volver el rostro, se encontraron con que la augusta mujer<br />

ya estaba allí.<br />

p á gi na s e sco gida s de l e s ta do de méx ico<br />

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