De buena pluma.pdf - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario
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El triunfo<br />
Locura de campanas despierta al vecindario el día de la solemne<br />
bendición. Españoles, mestizos, naturales, no hay uno solo que no<br />
tenga un amanecer al unísono con los repiques. <strong>De</strong>sde la víspera<br />
comienzan a llegar de los pueblos que reconocen a Otumba por<br />
cabecera: San Salvador Cuauhtlantzingo, San Miguel Xaltepec,<br />
San Nicolás Oztotipac, San Francisco Tlapican, Santo Domingo<br />
Iztaquemecan, San Esteban Axapotzco, y aun de otros más lejanos.<br />
La mayoría vienen a participar de los festejos y algunos a comerciar<br />
aprovechando la afluencia de gente.<br />
Hay notable concurso de prelados: el reverendo pa dre comisario<br />
general, el provincial, guardianes, pre sidentes y otros numerosos<br />
padres, llegados de México y otros con ventos circunvecinos.<br />
Canta misa el padre comisario general en la capilla abierta, por<br />
resultar estrecha la iglesia, a pesar de sus consi derables dimensiones,<br />
para la muchedumbre que toma parte en el solemne sacrificio de<br />
acción de gra cias. Frente a los padres asistentes, <strong>del</strong> lado <strong>del</strong> Evan gelio<br />
ocupa sitio de honor la autoridad civil de Otumba presidida por su<br />
alcalde mayor, y otros principales. Un conjunto de indígenas corea la<br />
misa en canto llano, acompañándose de flautas y algunas cuerdas. El<br />
predi cador, ahora menos que nunca, no pudo ser otro que fray Juan<br />
de Romanones.<br />
Al Padre Tembleque le dio un vuelco el corazón, temeroso de<br />
las alabanzas; pero se tranquiliza cuando aquél principia a desarrollar<br />
las ideas <strong>del</strong> versículo: “Si Dios no fuere el edificador de la casa,<br />
en vano trabajan los que la edifican”. Mas no tarda en sobresaltarse<br />
porque fray Juan insensiblemente arrastrado por un espí ritu<br />
p á gi na s e sco gida s de l e s ta do de méx ico<br />
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