De buena pluma.pdf - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario
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A las ideas solemnes, inspiradas por cuadros sublimes, siguieron<br />
presto reflexiones graves y melancólicas. ¡Oh, cómo se anonadan las<br />
glorias y afanes fugitivos de la débil mortalidad ante estos monumentos<br />
indestructibles <strong>del</strong> tiempo y la naturaleza! Por primera vez<br />
había llegado a tan estupenda altura y es probable que no vuelva a<br />
recibir iguales impresiones en el intervalo que me separa <strong>del</strong> sepulcro.<br />
Mi corazón, al que inflamó desde la niñez el amor noble y puro<br />
de la humanidad, ulcerado por crueles desengaños y largas injusticias,<br />
siente apagarse el entusiasmo de las pasiones más generosas,<br />
como ese volcán, cuyo cráter han transformado los siglos en depósito<br />
de nieves eternas…<br />
Entretanto, las nubes se acumulaban en torno y fue necesario que<br />
pensásemos en partir. Entonces precipitamos algunos peñascos sueltos<br />
hasta el fondo <strong>del</strong> cráter, y al verlos rodar por aquella pendiente de<br />
nieve y arena casi me arrepentí de haber profanado el reposo venerable<br />
en que habían estado quizá treinta o cuarenta siglos…<br />
Antes de bajar, eché la última ojeada al fondo <strong>del</strong> cráter cuyas lagunas<br />
reflejando con el azul <strong>del</strong> cielo los colores blanco, rojo y negruzco<br />
de las arenas y cumbres porfiríticas que se elevan alrededor suyo,<br />
presentaban un aspecto verdaderamente mágico.<br />
<strong>De</strong>scendimos en ocho o diez minutos a la orilla <strong>del</strong> lago mayor<br />
deslizándonos por la arena sobre los talones con una sensación de rapidez<br />
sólo comparable a la que experimentan los patinadores sobre un<br />
plano inclinado de hielo. Las aguas agitadas por un viento sudoeste<br />
formaban olas pigmeas que al romperse murmurando en la playa<br />
dejaban una ligera línea de espuma. ¡Qué recuerdos, qué imágenes<br />
conjuró en mí tras once años de ausencia aquella débil semejanza <strong>del</strong><br />
sublime océano, <strong>del</strong>icia de mi niñez y casi objeto de culto para mi<br />
juventud poética!<br />
Nos embarcamos en una canoa labrada de un tronco enorme y<br />
puesta allí por disposición <strong>del</strong> señor Franco; pero no logramos que<br />
los criados se aventurasen a cruzar el lago con nosotros por la preocupación<br />
vulgar de que su profundidad es insondeable y de que en el<br />
centro hay un vórtice peligroso. Atravesamos el lago en su mayor<br />
p á gi na s e sco gida s de l e s ta do de méx ico<br />
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