De buena pluma.pdf - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario
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La empresa estaba a cargo de los señores Javier y Joaquín Iracheta.<br />
Los domingos se exhibían películas de estreno, pero en la semana, a<br />
precios populares, podían verse películas antiguas, algunas de ellas<br />
de cine mudo, de Chaplin o <strong>del</strong> Gordo y el Flaco, o de una serie alucinante:<br />
aventuras <strong>del</strong> mago Fumanchú.<br />
También se exhibían películas mexicanas: Águila o sol, Chucho El<br />
Roto, La mujer <strong>del</strong> puerto (para adultos) y otras más.<br />
Al entrar al cine, lo primero que se encontraba era la dulcería, atendida<br />
por la familia Meis, una de cuyas hijas es la actriz Juanita Meis.<br />
Lo de siempre: cacahuates salados, garapiñados, pistaches, caramelos,<br />
chocolates Larín… Lo mejor era comprar paletas heladas, de forma<br />
triangular, con sabor a limón, si eran de agua, o de leche, con sabor a<br />
vainilla y coco, cubiertas de chocolate.<br />
En el interior, las plateas eran el lugar más cómodo y atractivo.<br />
Dos o tres vendedores de golosinas recorrían continuamente la sala,<br />
tratando de no hacer ruido, pero susurrando: “Muéganos… hay<br />
muéganos, chicles, dulces, chocolates…”, y llevaban todo en un<br />
canastón, el cual alumbraban discretamente con una linterna sorda<br />
para que el cliente escogiera el dulce deseado.<br />
Como el equipo de proyección y las cintas no estaban en óptimas<br />
condiciones, era frecuente que hubiera cortes e interrupciones.<br />
Entonces, había gente que gritaba:<br />
—No le robes, cacarizo.<br />
Porque había, efectivamente, un empleado picado de viruela que<br />
manejaba el proyector.<br />
Ese grito nació en Toluca y se extendió después al resto de la<br />
república.<br />
La historia <strong>del</strong> Teatro Principal terminó en 1952, cuando la empresa,<br />
que era ya la Operadora de Teatros, decidió cambiarle nombre por el<br />
de Cine Rex, luego de haberlo remo<strong>del</strong>ado.<br />
La historiadora Margarita García Luna, cronista municipal de<br />
Toluca, reproduce una nota periodística de El Sol de Toluca, <strong>del</strong> 20 de<br />
julio de 1952, en la cual se expresa el descontento que provocó en la<br />
sociedad toluqueña el cambio de nombre.<br />
de bu e na plu m a