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Catecismo de la Iglesia Católica (PDF)

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Cuerpo. Como “hijo adoptivo” pue<strong>de</strong> ahora l<strong>la</strong>mar “Padre” a Dios, en unión con el Hijo<br />

único. Recibe <strong>la</strong> vida <strong>de</strong>l Espíritu que le infun<strong>de</strong> <strong>la</strong> caridad y que forma <strong>la</strong> <strong>Iglesia</strong>.<br />

1998 Esta vocación a <strong>la</strong> vida eterna es sobrenatural. Depen<strong>de</strong> enteramente <strong>de</strong> <strong>la</strong> iniciativa<br />

gratuita <strong>de</strong> Dios, porque sólo Él pue<strong>de</strong> reve<strong>la</strong>rse y darse a sí mismo. Sobrepasa <strong>la</strong>s<br />

capacida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> inteligencia y <strong>la</strong>s fuerzas <strong>de</strong> <strong>la</strong> voluntad humana, como <strong>la</strong>s <strong>de</strong> toda<br />

creatura (Cf. 1 Co 2, 7-9)<br />

1999 La gracia <strong>de</strong> Cristo es el don gratuito que Dios nos hace <strong>de</strong> su vida infundida por el<br />

Espíritu Santo en nuestra alma para sanar<strong>la</strong> <strong>de</strong>l pecado y santificar<strong>la</strong>: es <strong>la</strong> gracia<br />

santificante o divinizadora, recibida en el Bautismo. Es en nosotros <strong>la</strong> fuente <strong>de</strong> <strong>la</strong> obra <strong>de</strong><br />

santificación (Cf. Jn 4, 14; 7, 38-39):<br />

Por tanto, el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene <strong>de</strong> Dios,<br />

que nos reconcilió consigo por Cristo (2 Co 5, 17-18).<br />

2000 La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que<br />

perfecciona al alma para hacer<strong>la</strong> capaz <strong>de</strong> vivir con Dios, <strong>de</strong> obrar por su amor. Se <strong>de</strong>be<br />

distinguir entre <strong>la</strong> gracia habitual, disposición permanente para vivir y obrar según <strong>la</strong><br />

vocación divina, y <strong>la</strong>s gracias actuales, que <strong>de</strong>signan <strong>la</strong>s intervenciones divinas que están<br />

en el origen <strong>de</strong> <strong>la</strong> conversión o en el curso <strong>de</strong> <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> <strong>la</strong> santificación.<br />

2001 La preparación <strong>de</strong>l hombre para acoger <strong>la</strong> gracia es ya una obra <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia. Esta es<br />

necesaria para suscitar y sostener nuestra co<strong>la</strong>boración a <strong>la</strong> justificación mediante <strong>la</strong> fe y a<br />

<strong>la</strong> santificación mediante <strong>la</strong> caridad. Dios completa en nosotros lo que El mismo comenzó,<br />

“porque él, por su acción, comienza haciendo que nosotros queramos; y termina<br />

cooperando con nuestra voluntad ya convertida” (S. Agustín, grat. 17):<br />

Ciertamente nosotros trabajamos también, pero no hacemos más que trabajar con Dios que trabaja. Porque su<br />

misericordia se nos a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntó para que fuésemos curados; nos sigue todavía para que, una vez sanados, seamos<br />

vivificados; se nos a<strong>de</strong><strong>la</strong>nta para que seamos l<strong>la</strong>mados, nos sigue para que seamos glorificados; se nos a<strong>de</strong><strong>la</strong>nta<br />

para que vivamos según <strong>la</strong> piedad, nos sigue para que vivamos por siempre con Dios, pues sin él no po<strong>de</strong>mos<br />

hacer nada. (S. Agustín, nat. et grat. 31).<br />

2002 La libre iniciativa <strong>de</strong> Dios exige <strong>la</strong> respuesta libre <strong>de</strong>l hombre, porque Dios creó al<br />

hombre a su imagen concediéndole, con <strong>la</strong> libertad, el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> conocerle y amarle. El<br />

alma sólo libremente entra en <strong>la</strong> comunión <strong>de</strong>l amor. Dios toca inmediatamente y mueve<br />

directamente el corazón <strong>de</strong>l hombre. Puso en el hombre una aspiración a <strong>la</strong> verdad y al<br />

bien que sólo Él pue<strong>de</strong> colmar. Las promesas <strong>de</strong> <strong>la</strong> “vida eterna” respon<strong>de</strong>n, por encima <strong>de</strong><br />

toda esperanza, a esta aspiración:<br />

Si tú <strong>de</strong>scansaste el día séptimo, al término <strong>de</strong> todas tus obras muy buenas, fue para <strong>de</strong>cirnos por <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> tu<br />

libro que al término <strong>de</strong> nuestras obras, “que son muy buenas” por el hecho <strong>de</strong> que eres tú quien nos <strong>la</strong>s ha dado,<br />

también nosotros en el sábado <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida eterna <strong>de</strong>scansaremos en ti. (S. Agustín, conf. 13, 36, 51).<br />

2003 La gracia es, ante todo y principalmente, el don <strong>de</strong>l Espíritu que nos justifica y nos<br />

santifica. Pero <strong>la</strong> gracia compren<strong>de</strong> también los dones que el Espíritu Santo nos conce<strong>de</strong>

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