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Catecismo de la Iglesia Católica (PDF)

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Artículo 2<br />

"PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO"<br />

I ACERCARSE A ÉL CON TODA CONFIANZA<br />

2777 En <strong>la</strong> liturgia romana, se invita a <strong>la</strong> asamblea eucarística a rezar el Padre Nuestro con<br />

una audacia filial; <strong>la</strong>s liturgias orientales usan y <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>n expresiones análogas:<br />

"Atrevernos con toda confianza", "Haznos dignos <strong>de</strong>". Ante <strong>la</strong> zarza ardiendo, se le dijo a<br />

Moisés: "No te acerques aquí. Quita <strong>la</strong>s sandalias <strong>de</strong> tus pies" (Ex 3, 5). Este umbral <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

santidad divina, sólo lo podía franquear Jesús, el que "<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> llevar a cabo <strong>la</strong><br />

purificación <strong>de</strong> los pecados" (Hb 1, 3), nos introduce en presencia <strong>de</strong>l Padre: "Henos aquí,<br />

a mí y a los hijos que Dios me dio" (Hb 2, 13):<br />

La conciencia que tenemos <strong>de</strong> nuestra condición <strong>de</strong> esc<strong>la</strong>vos nos haría meternos bajo tierra, nuestra condición<br />

terrena se <strong>de</strong>sharía en polvo, si <strong>la</strong> autoridad <strong>de</strong> nuestro mismo Padre y el Espíritu <strong>de</strong> su Hijo, no nos empujasen a<br />

proferir este grito: “Abbá, Padre” (Rm 8, 15)... ¿Cuándo <strong>la</strong> <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> un mortal se atrevería a l<strong>la</strong>mar a Dios<br />

Padre suyo, sino so<strong>la</strong>mente cuando lo íntimo <strong>de</strong>l hombre está animado por el Po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> lo alto? (San Pedro<br />

Crisólogo, serm. 71).<br />

2778 Este po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Espíritu que nos introduce en <strong>la</strong> Oración <strong>de</strong>l Señor se expresa en <strong>la</strong>s<br />

liturgias <strong>de</strong> Oriente y <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte con <strong>la</strong> bel<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra, típicamente cristiana: "parrhesia",<br />

simplicidad sin <strong>de</strong>sviación, conciencia filial, seguridad alegre, audacia humil<strong>de</strong>, certeza <strong>de</strong><br />

ser amado (Cf. Ef 3, 12; Hb 3, 6; 4, 16; 10, 19; 1 Jn 2,28; 3, 21; 5, 14).<br />

II "¡PADRE!"<br />

2779 Antes <strong>de</strong> hacer nuestra esta primera exc<strong>la</strong>mación <strong>de</strong> <strong>la</strong> Oración <strong>de</strong>l Señor, conviene<br />

purificar humil<strong>de</strong>mente nuestro corazón <strong>de</strong> ciertas imágenes falsas <strong>de</strong> "este mundo". La<br />

humildad nos hace reconocer que "nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien el<br />

Hijo se lo quiera reve<strong>la</strong>r", es <strong>de</strong>cir "a los pequeños" (Mt 11, 25-27). La purificación <strong>de</strong>l<br />

corazón concierne a imágenes paternales o maternales, correspondientes a nuestra historia<br />

personal y cultural, y que impregnan nuestra re<strong>la</strong>ción con Dios. Dios nuestro Padre<br />

transcien<strong>de</strong> <strong>la</strong>s categorías <strong>de</strong>l mundo creado. Transferir a él, o contra él, nuestras i<strong>de</strong>as en<br />

este campo sería fabricar ídolos para adorar o <strong>de</strong>moler. Orar al Padre es entrar en su<br />

misterio, tal como El es, y tal como el Hijo nos lo ha reve<strong>la</strong>do:<br />

La expresión Dios Padre no había sido reve<strong>la</strong>da jamás a nadie. Cuando Moisés preguntó a Dios quién era El, oyó<br />

otro nombre. A nosotros este nombre nos ha sido reve<strong>la</strong>do en el Hijo, porque este nombre implica el nuevo<br />

nombre <strong>de</strong>l Padre (Tertuliano, or. 3).<br />

2780 Po<strong>de</strong>mos invocar a Dios como "Padre" porque él nos ha sido reve<strong>la</strong>do por su Hijo<br />

hecho hombre y su Espíritu nos lo hace conocer. Lo que el hombre no pue<strong>de</strong> concebir ni<br />

los po<strong>de</strong>res angélicos entrever, es <strong>de</strong>cir, <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción personal <strong>de</strong>l Hijo hacia el Padre (Cf. Jn<br />

1, 1), he aquí que el Espíritu <strong>de</strong>l Hijo nos hace participar <strong>de</strong> esta re<strong>la</strong>ción a quienes<br />

creemos que Jesús es el Cristo y que hemos nacido <strong>de</strong> Dios (Cf. 1 Jn 5, 1).

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