Elementos Nº 39 DEMOCRACIA I - El Manifiesto
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democracia individualista desató entonces<br />
en la sociedad contemporánea.<br />
Puntualmente vigentes en las<br />
civilizaciones normales de Oriente y de<br />
Occidente, los cuerpos intermedios están<br />
presentes también en la realidad actual,<br />
tanto en el ámbito territorial (comarcas,<br />
municipios, distritos, provincias, regiones)<br />
como en el dominio social (familias,<br />
gremios, colegios académicos, asociaciones<br />
culturales, organizaciones sociales<br />
voluntarias,, etcétera), pero sin poder<br />
todavía ejercer el rol participativo que les<br />
corresponde en el molde institucional de la<br />
sociedad. De aquí la imperiosa necesidad de<br />
restituir institucionalmente la soberanía social<br />
al conjunto de los cuerpos intermedios, en el<br />
contexto de una democracia orgánica y<br />
participativa, para neutralizar la<br />
centrifugación que ha pulverizado toda<br />
institución destinada a promover el<br />
equilibrio y la armonía en la sociedad<br />
organizada.<br />
La soberanía social resultará ser, pues, el<br />
necesario elemento integrador de la<br />
soberanía política ejercida por los<br />
organismos del estado sustentados en el<br />
sistema representativo plural de los<br />
partidos.<br />
Tal integración — extendiendo el<br />
ejercicio de la libertad responsable y<br />
participativa desde la persona hacia los<br />
cuerpos intermedios - rescatará finalmente la<br />
sociedad de las contradicciones liberticidas<br />
del tiempo presente, donde las funciones<br />
específicas de la sociedad civil han sido<br />
usurpadas por la tiranía sin rostro de la<br />
partitocrácia.<br />
La oportuna distinción entre el Estado<br />
(en cuanto expresión cumbre de la soberanía<br />
política) y la sociedad civil radicada, por su<br />
grado de autonomía, en la persona pero<br />
constituida por los cuerpos intermedios<br />
(expresión de las libertades concretas<br />
personales y sociales) es perfectamente<br />
compatible con la sociedad política<br />
expresada por el ejercicio institucional de la<br />
autoridad del Estado.<br />
En esta nueva articulación de la<br />
sociedad y del Estado, el principio de<br />
soberanía, (tratase de la soberanía política o<br />
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de la soberanía civil) no puede originarse<br />
por "contrato" según el modelo de Rousseau,<br />
como ha observado al respeto el politólogo<br />
italiano Marco Tarchi: "Una trasformación<br />
radical de las democracia que intenta<br />
apuntar a sobrepasar la crisis del sentido de<br />
existencia y de acción colectiva que, hoy en<br />
día, invade toda estructura pública, tiene<br />
que superar, antes de todo, la fórmula del<br />
contrato social" - afirma el politólogo italiano,<br />
agregando además: "Lo que une los<br />
integrantes de una colectividad humana - a<br />
la cual hay que restituir la forma<br />
comunitaria - no es un asunto de utilidad o<br />
la garantía de supuestos derechos<br />
preexistentes a la formación de una vida en<br />
la multitud, sino la conciencia de un destino<br />
común, la apuesta por una herencia que<br />
pueda ser transmitida en moldes renovados"<br />
[9].<br />
Juan Bautista Vico, en su magna obra La<br />
ciencia nueva destaca que la sociedad, siendo<br />
conformada básicamente por "la familia, la<br />
justicia, la religión" no se constituye por un<br />
"contrato" pactado, sino por el "derecho<br />
natural eterno que transcurre en el tiempo; es<br />
decir por elementos no pactados y no<br />
pactables [10]. Concepción, ésta, que debería<br />
reponerse como sustento básico de una<br />
democracia veraz en condición de recuperar,<br />
con el derecho natural también el concepto<br />
metafísico de la dignidad de la persona en<br />
ámbito de la comunidad, para franquear así<br />
los peligros de una sociedad utilitarista,<br />
totalitaria y totalizante; peligros ocultados<br />
por el disfraz de una democracia<br />
inauténtica, sin calidad, vaciada de<br />
principios y valores positivos de referencia;<br />
una democracia que - con la excusa<br />
engañosa de la complejidad de la política<br />
moderna - ha expropiado el ciudadano y la<br />
sociedad civil de sus prerrogativas<br />
esenciales para entregarlas a las oligarquías<br />
partidistas. Por consiguiente, una<br />
democracia renovada por la restauración del<br />
derecho natural de los hombres y de los<br />
pueblos, por un profundo sentido de<br />
solidariedad y pertenencia a un destino común,<br />
por la instauración de criterios de<br />
participación orgánica, debe además - como<br />
observa nuevamente el politólogo italiano<br />
Marco Tarchi - otorgar al criterio de<br />
participación también la "función