Elementos Nº 39 DEMOCRACIA I - El Manifiesto
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esultado el hacérnoslo irrepresentable,<br />
ocultándonos el pasado. Nos encierra en un<br />
perpetuo presente, haciendo añicos los<br />
vínculos que unen los tiempos. Cuando la<br />
orientación histórica manda en un grado tal,<br />
todo pasa como si la historia ya no existiese.<br />
Sólo el elemento del derecho perdura en el<br />
paisaje colectivo. Él, en cambio, ocupa la<br />
primera fila con soberbia. Su visibilidad le<br />
confiere una preponderancia inusitada. <strong>El</strong><br />
derecho es la instancia dominadora de la<br />
configuración actual. Él da su color político<br />
a la ofensiva liberal, al poner el acento en el<br />
ejercicio de los derechos del individuo no<br />
menos que en las facultades de iniciativa de<br />
la sociedad civil. Podemos discutir largo<br />
rato a fin de saber qué fuerza de las que dan<br />
forma a nuestro mundo tiene, finalmente,<br />
mayor preponderancia: las libertades<br />
económicas o la política de los derechos<br />
humanos. Basta, para nuestro propósito<br />
presente, con observar su mutua<br />
solidaridad.<br />
Una de las expresiones más patentes del<br />
cambio de dirección con relación al gran<br />
periodo de organización de post-guerra ha<br />
sido, en efecto, el resurgimiento de los<br />
procesos de individualización. Si en el<br />
pasado la cuestión no era otra que la de las<br />
masas y las clases, de tal modo que el<br />
individuo era aprehendido a través de su<br />
grupo, en la actualidad la sociedad de masas<br />
ha sido subvertida desde dentro por un<br />
individualismo de masa, separando al<br />
individuo de sus pertenencias. <strong>El</strong> fenómeno<br />
ilustra la forma en que la discontinuidad del<br />
nuevo periodo se sitúa en continuidad con el<br />
periodo anterior. Esta disociación<br />
generalizada hubiese sido inconcebible sin el<br />
inmenso trabajo de construcción del<br />
individuo concreto llevado a cabo por el<br />
Estado social. <strong>El</strong>la es la heredera directa de<br />
sus disposiciones protectoras y<br />
promocionales. Pero acaba por infligirle una<br />
torsión que conduce a una vía muy<br />
diferente, al devolverle toda su<br />
preponderancia al individuo abstracto sobre<br />
la base de los logros del individuo concreto.<br />
La conquista de los derechos reales se<br />
prolonga en rehabilitación de los derechos<br />
que se dicen formales y en reactivación de<br />
las demandas formuladas en su nombre.<br />
71<br />
La consagración del movimiento, en esta<br />
línea, supondrá la entronización majestuosa<br />
del individuo de derecho y de los derechos<br />
humanos a lo largo de los años 80. Podemos<br />
establecer a su vez una fecha histórica que<br />
proporciona un soporte simbólico a este<br />
coronamiento. 1989 quedará para la historia<br />
como la confirmación irónica del carácter<br />
insuperable de los logros de la revolución<br />
burguesa, dos siglos después, a la luz de la<br />
caída de aquello que pretendía ser su<br />
superación. <strong>El</strong>lo no quiere decir,<br />
naturalmente, que no haya pasado nada<br />
significativo a lo largo de esos dos siglos, ni<br />
que este ser de derecho que retorna a la<br />
escena pública sea el mismo que el<br />
ciudadano de 1789. Dista mucho de tal cosa.<br />
Nuestro problema consiste precisamente en<br />
comprender cómo el camino recorrido<br />
cambia las condiciones de funcionamiento<br />
de la democracia al punto de hacer de su<br />
soporte natural la fuente de sus problemas.<br />
La democracia de los derechos<br />
humanos<br />
<strong>El</strong> alcance histórico de este<br />
coronamiento no podría ser subrayado de<br />
manera suficiente. Gracias a este retorno del<br />
individuo de derecho, la democracia se<br />
convierte de veras en aquello que<br />
verdaderamente jamás había sido, fuera de<br />
la tentativa inaugural y breve de la<br />
Revolución francesa: una democracia de los<br />
derechos humanos. La Revolución francesa,<br />
ciertamente, los reclamaba remotamente, se<br />
empeñaba en preservarlos pero<br />
negativamente, en tanto que garantías<br />
personales, en la esfera judicial. Pero si una<br />
cosa estaba clara a este respecto, desde el<br />
surgimiento de la historia, en el siglo XIX, es<br />
que dada su abstracción propia de otra<br />
época representaban principios tan<br />
venerables como inoperantes. Se daba por<br />
supuesto como algo ya logrado que la acción<br />
política debía tomar como guía el<br />
conocimiento concreto de la sociedad y de<br />
sus dinámicas, si es que dicha acción quería<br />
ser eficaz. <strong>El</strong> avance de los derechos<br />
personales bajo forma de derechos sociales<br />
en el seno del Estado providencia suponía, a<br />
este respecto, la más convincente de las<br />
ilustraciones. Es con relación a este eclipse<br />
de dos siglos que es menester apreciar el<br />
alcance del resurgimiento del que acabamos