12.05.2013 Views

Elementos Nº 39 DEMOCRACIA I - El Manifiesto

Elementos Nº 39 DEMOCRACIA I - El Manifiesto

Elementos Nº 39 DEMOCRACIA I - El Manifiesto

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

mientras que, por otra, este avance teórico<br />

de la autonomía, garantizada por el poder<br />

según el sufragio universal, lejos de<br />

desembocar en un auto-gobierno efectivo,<br />

conduce a una pérdida de dominio<br />

colectivo. <strong>El</strong> régimen parlamentario se<br />

revela a la vez falaz e impotente; la<br />

sociedad, agitada por la división del trabajo<br />

y el antagonismo de las clases, da la<br />

impresión de dislocarse; el cambio histórico,<br />

al mismo tiempo que se generaliza, se<br />

acelera, se amplifica y se sustrae a todo<br />

control. De este modo, en el preciso<br />

momento en que los hombres no pueden<br />

ignorar que hacen la historia, se ven<br />

forzados a confesar que desconocen la<br />

historia que hacen. No han ganado su<br />

completa libertad de actores más que para<br />

caer en el caos y la impotencia de unos<br />

frente a otros. La duda deja insinuar que la<br />

salida de la religión podría haber dado<br />

origen a una sociedad insostenible.<br />

Los dos grandes fenómenos políticos del<br />

siglo XX -la irrupción de los totalitarismos y<br />

la formación de las democracias liberales-<br />

deben ser comprendidos a la luz de esta<br />

inmensa crisis a la que intentan dar<br />

respuesta.<br />

La alternativa, si la formulamos como<br />

una elección clara que ciertamente no tuvo<br />

lugar, es la siguiente: o bien reconquistar y<br />

construir el poder democrático como poder<br />

de auto-gobierno, en el marco de la sociedad<br />

de la historia y de sus articulaciones<br />

liberales; o bien romper con las<br />

articulaciones liberales para encontrar de<br />

nuevo el dominio del destino colectivo, el<br />

poder sobre sí mismo que es incompatible<br />

con esos fermentos de desorganización y<br />

anarquía que son la libertad de la sociedad<br />

civil y la libertad de los individuos en el<br />

seno de la misma.<br />

A la apertura hacia el futuro, los<br />

totalitarismos oponen el establecimiento de<br />

un régimen definitivo; sustituyen las<br />

vacilaciones asociadas a la representación de<br />

la sociedad por la restauración del primado<br />

ordenador de lo político; en lugar de la<br />

desvinculación entre los individuos, instalan<br />

la compacidad de las masas o de la<br />

comunidad del pueblo. En realidad,<br />

regresan, o intentan regresar, en un lenguaje<br />

68<br />

laico, a la sociedad religiosa, a su coherencia<br />

y a la convergencia de sus partes. Señal de<br />

ello es que su modelo permanecía<br />

sólidamente implantado en las mentes, pese<br />

a su repudio oficial, y continuaba<br />

imprimiendo la marcha de las colectividades<br />

de manera suficiente, presentándose como<br />

un recurso en caso de necesidad.<br />

La historia de la lucha entre las dos<br />

opciones es archiconocida, pero logra una<br />

nueva comprensión una vez resituada bajo<br />

esta perspectiva. Los totalitarismos tensarán<br />

la cuerda en los años 30, hasta el punto de<br />

hacer pensar en un tiempo en que la era<br />

liberal burguesa tocaba a su fin, desbordada<br />

como estaba tanto por su izquierda como<br />

por su derecha. Posteriormente, tras 1945,<br />

las democracias liberales supieron<br />

transformarse de manera lo suficientemente<br />

profunda como para superar estos males<br />

que, sin ningún motivo, se había creído que<br />

eran incurables. Tiene lugar de este modo,<br />

durante una treintena de años que dan pie a<br />

su vez a un crecimiento excepcional, una<br />

fase de reforma y de consolidación de los<br />

regímenes liberales democratizados por el<br />

sufragio universal que dará origen a las<br />

democracias liberales tal como hoy las<br />

conocemos. Una fase de reforzamiento y de<br />

estabilización que acabará permitiendo que<br />

la democracia triunfe sobre los restos de sus<br />

viejos adversarios reaccionarios y<br />

revolucionarios. En 1974 comienza a<br />

desencadenarse, con la “revolución de los<br />

claveles” en Portugal, lo que los politólogos<br />

han denominado “la tercera ola de<br />

democratización”2. Dicha ola será fatal para<br />

las dictaduras que perpetuaban las secuelas<br />

de los fascismos en el sur de Europa, antes<br />

de alcanzar América Latina, y tras culminar<br />

en la caída de los regímenes que se<br />

adscribían al “socialismo real”.<br />

Pero de manera paralela a esta<br />

expansión mundial, y poco después de la<br />

misma fecha, los regímenes de la<br />

democracia liberal estabilizada entran en<br />

una fase de trasformaciones internas<br />

considerables, trasformaciones que<br />

participan del movimiento general, puesto<br />

que corresponden a una penetración y a un<br />

ahondamiento suplementarios de espíritu<br />

democrático. Una vez más hemos tenido<br />

ocasión de verificarlos, pese a que el avance

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!