Elementos Nº 39 DEMOCRACIA I - El Manifiesto
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fiscalizadora" de las distintas instancias del<br />
poder local y estatal, con el fin de armonizar<br />
la pluralidad de opiniones con la pluralidad<br />
de valores que deben alentar<br />
constantemente la vida asociada.<br />
Finalmente una democracia<br />
radicalmente renovada debe ser sustentada<br />
por una profunda concepción ética de la<br />
vida personal y colectiva. Pero, como<br />
amonestaba en su tiempo el eminente<br />
pensador peruano Víctor Andrés Belaunde,<br />
"una sólida moral, un alto grado de ética<br />
colectiva depende exclusivamente de un<br />
profundo sentido religioso" [11] porque -<br />
afirman a su vez Mircea <strong>El</strong>iade y Paul<br />
Ricoeur - "<strong>El</strong> hombre no puede existir sin lo<br />
sagrado" como bien sabían los antiguos<br />
romanos quienes habían confiado a la<br />
protección de los dioses tres funciones<br />
esenciales: soberanía, fuerza, fecundidad<br />
[12].<br />
Avivando la enseñanza de los antiguos,<br />
Julien Ríes sostiene hoy en día la<br />
oportunidad de extender el sentido de lo<br />
sagrado hacia los espacios de la política para<br />
dotarla de un sentido metapolítico,<br />
asegurando así una sólida cohesión entre las<br />
distintas comunidades humanas.<br />
En los años veinte, el alemán Moeller<br />
Van den Bruck - uno de los ideólogos de la<br />
"revolución conservadora" - afirmaba que la<br />
democracia no consiste en la forma del<br />
Estado, sino en la participación del pueblo a<br />
la formación del Estado, como modalidad<br />
para participar a su propio destino [13].<br />
De esta ya famosa afirmación,<br />
deducimos que la democracia concierne<br />
directamente la esencia misma del Estado<br />
cual cumbre del pueblo organizado que<br />
busca el bien común.<br />
Pero la democracia actual, empapada de<br />
liberismo utilitario y economicista, ha sido<br />
atraída hacia los espacios sombríos de la<br />
criptopolítica dejando de lado el bien común<br />
en cuanto bien comunitario, para<br />
preocuparse sólo de bienes materiales<br />
individuales, privados, circunstanciales, que<br />
varían en el transcurrir del tiempo, donde la<br />
libertad - perdida la "inteligencia del ser"- se<br />
ha arraigado exclusivamente en el poseer y<br />
cada individuo termina por ser rehén de<br />
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otros individuos obligando la esfera del<br />
Estado en achicarse cada día más para dar<br />
espacio a la esfera del "privado"<br />
enclaustrada casi exclusivamente en la<br />
"religión economicista de los negocios".<br />
Pensar en una renovación radical de la<br />
democracia actual implica, por lo tanto, el<br />
pensar en una rectificación metapolíica del<br />
sentido del Estado, puesto en crisis cuando -<br />
afectado por la tentación del totalitarismo<br />
centralista de la economía- degeneró en un<br />
estatalismo empresarial que desnaturalizó<br />
sus fines corrompiendo su potestas.<br />
En esta tarea restauradora nos puede<br />
socorrer, una vez más, la sabiduría de los<br />
antiguos, puesto que, como enseña el<br />
preclaro pensador argentino Carlos Alberto<br />
Disandro: "Las condiciones del presente no<br />
son tan exclusivas, como suele pensarse o<br />
afirmarse. Si apartamos los contextos<br />
tecnológicos y las dimensiones masivas,<br />
podríamos discernir una situación históricopolítica<br />
que refleja principios raigales,<br />
coyunturas humanas y configuraciones<br />
políticas y sociales, que en buena parte<br />
reasumen o registran motivaciones y<br />
estructuras denotadas ya en la antigüedad.<br />
Para superar las pasiones en que<br />
inevitablemente nos vemos envueltos y para<br />
extraer de nuestros acontecimientos<br />
contemporáneos una cierta lumbre<br />
discriminatoria, nada mejor que retornar al<br />
pasado histórico-político que expresa con<br />
nitidez los fundamentales rumbos humanos<br />
y que por otra parte está inscripto, de alguna<br />
manera operante, en el trasfondo de nuestro<br />
propio decurso histórico" [14].<br />
En nuestro caso, son los romanos<br />
quienes nos pueden ayudar a entender<br />
finalidades y funciones del Estado, definido<br />
por ellos como Respublica. Se trata de un tipo<br />
de Estado que, análogamente a la Polis<br />
helénica, busca el equilibrio entre el<br />
elemento aristocrático que gobierna (en un<br />
sentido cualitativo) y el elemento del pueblo<br />
que participa, organizado en los comicios<br />
electorales por "centurias".<br />
En su clásico dialogo De re publica,<br />
Cicerón nos explica que la Res publica<br />
coincide con la res pópulo, al mismo tiempo<br />
que se distingue tanto de la res familiaris<br />
(que concierne el ámbito de la vida privada,