Elementos Nº 39 DEMOCRACIA I - El Manifiesto
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pueblo, no cabe temer su extralimitación.<br />
¿Acaso podría el cuerpo social hacerse daño<br />
a sí mismo?<br />
Frente a esta manera de entender la<br />
democracia existe otra: la liberal o<br />
representativa. Para ella, el valor<br />
fundamental es la libertad. En ningún caso,<br />
es prudente sacrificar la libertad para<br />
obtener la igualdad. Entre otras razones, por<br />
la muy poderosa de que cuando los hombres<br />
sacrifican la libertad en beneficio de la<br />
igualdad acaban perdiendo ambas. La<br />
democracia no consiste en el gobierno<br />
popular efectivo sino a través de la ficción<br />
de la representación y del establecimiento de<br />
unos sutiles, delicados y frágiles<br />
procedimientos de limitación y control del<br />
poder. Es lo que expresó Popper al afirmar<br />
que la democracia consiste en la posibilidad<br />
de sustituir pacíficamente a los gobiernos.<br />
Como quien efectivamente gobierna no es el<br />
pueblo sino el Gobierno electo, resulta<br />
necesario establecer un sistema de frenos y<br />
contrapesos al poder, que fue diseñado por<br />
los grandes pensadores liberales y,<br />
especialmente, por los redactores de <strong>El</strong><br />
Federalista. La limitación del poder no sigue<br />
sólo la vía institucional sino que también<br />
pretende trazar límites a la intervención del<br />
Estado en la vida social. No es extraño, pues,<br />
que muchos partidarios de esta forma de<br />
democracia limiten la validez del principio<br />
democrático al ámbito de la política y se<br />
declaren partidarios de conciliar la igualdad<br />
política con la jerarquía y la excelencia en los<br />
demás ámbitos de la vida social.<br />
5. Cuarta variación: la aristocracia del<br />
espíritu<br />
La teoría aristocrática de la sociedad que<br />
defiende Ortega, su teoría de la minoría<br />
selecta, se fundamenta en su metafísica de la<br />
vida humana. Ésta, la vida humana, es<br />
libertad en la fatalidad. Al hombre no le<br />
viene dada hecha su vida sino que tiene que<br />
realizarla en una circunstancia forzosa. <strong>El</strong> yo<br />
es ante todo vocación y proyecto. Existen<br />
dos tipos ideales opuestos de vida, la noble<br />
y la vulgar, caracterizados, respectivamente,<br />
por dos principios, el esfuerzo y la inercia.<br />
Unos proyectan su vida hacia lo alto y se<br />
afanan por alcanzar esa meta ideal, mientras<br />
que otros carecen de proyecto, o es éste bajo<br />
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o inauténtico, o se abandonan a la pulsión<br />
más fuerte y abdican de su vocación. Nobles<br />
y vulgares son dos tipos antogónicos de<br />
hombre, no dos grupos o clases sociales. La<br />
minoría selecta, el hombre noble, se<br />
caracteriza, entre otros, por los siguientes<br />
rasgos: la autoexigencia; la altura de la meta<br />
a la que proyecta su vida el esfuerzo y el<br />
ascetismo; el predominio de lo cultural sobre<br />
lo natural, de la reflexión sobre ls<br />
espontaneidad; la riqueza de su vida<br />
interior; la soledad; y el esfuerzo frenético<br />
de crear cosas.<br />
Por el contrario, el hombre masa,<br />
especialmente cuando se declara en rebeldía,<br />
se caracteriza por adherirse a una table de<br />
valores opuesta: la inercia y la vulgaridad; la<br />
espontaneidad y la falta de reflexión; el<br />
predominio de lo natural, el primitivismo; el<br />
predominio de lo instintivo, la<br />
irracionalidad; la tendencia hacia lo<br />
orgiástico y el abandono; el resentimiento; la<br />
carencia de especial cualificación y de<br />
proyecto; la psicología del niño mimado, es<br />
decir, la libre expansión de sus deseos<br />
vitales y la radical ingratitud hacia cuanto<br />
hace posible la facilidad de su existencia; el<br />
hermetismo de su alma; las características de<br />
las “aristocracias” degeneradas, como hacer<br />
de juegos y deportes el centro de la<br />
existencia, el cultivo del cuerpo, la falta de<br />
romanticismo en la relación con la mujer; la<br />
reivindicación de la vulgaridad como un<br />
derecho; la impresión de la facilidad de la<br />
vida; el contentamiento consigo mismo; el<br />
predominio de la acción directa en la vida<br />
pública; la decadencia de la cortesía: se<br />
suprimen las instancias indirectas, en el<br />
trato social se suprime la buena educación y<br />
la literatura degenera en el insulto, las<br />
relaciones sexuales reducen sus trámites. <strong>El</strong><br />
hombre masa no tiene obligaciones sino sólo<br />
derechos. Siente una hostilidad hacia el<br />
liberalismo, semejante a la del sordo hacia la<br />
palabra. Allí donde impera el hombre masa,<br />
cunde el politicismo integral y crece el<br />
intervencionismo estatal. Existen dos claros<br />
síntomas del triunfo del plebeyismo: la<br />
democracia frenética y morbosa, es decir, la<br />
extensión de la democracia más allá de la<br />
política, a ámbitos en los que es indeseable;<br />
y el escepticismo derivado de la