13.05.2013 Views

JUAN ARANZADI - Prisa Revistas

JUAN ARANZADI - Prisa Revistas

JUAN ARANZADI - Prisa Revistas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

la convierten en fácil objeto de abuso. Lo<br />

que no deja de ser curioso es que, con frecuencia,<br />

sean los mismos que extreman su<br />

prudencia analítica a la hora de calificar como<br />

fascista la sublevación militar del 18 de<br />

julio de 1936 los que relajan su rigor teórico<br />

a la hora de aplicar el calificativo a ETA.<br />

Ello se debe sin duda al rendimiento retórico<br />

del término, inversamente proporcional<br />

a su fecundidad analítica.<br />

¿Qué se gana llamando fascista a ETA,<br />

pese a que ella insiste en presentarse lisa y<br />

llanamente como una “organización armada”<br />

nacionalista que persigue la democracia<br />

vasca? Lo único que se gana, sin duda, es<br />

capacidad de movilización emocional contra<br />

ella por parte de quienes se consideran<br />

demócratas irreprochables y no pueden<br />

imaginar siquiera que pueda haber alguna<br />

posibilidad de conciliar democracia y racismo,<br />

democracia y terrorismo. El demócrata<br />

que hoy llama fascista a ETA repite la<br />

misma operación catártica y ofuscadora que<br />

practicaba hace unos años el comunista<br />

que llamaba fascista a la ETA que se proclamaba<br />

marxista, revolucionaria y de izquierdas:<br />

ambos consideran inconcebible<br />

que el mal que rechazan asqueados y escandalizados<br />

(los asesinatos de ETA, la violencia<br />

abertzale, la discriminación étnica) pue-<br />

Nº 105 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />

de tener alguna relación, algún punto de<br />

contacto, alguna vía de conciliación, con lo<br />

que ellos son, con lo que ETA insistentemente<br />

dice ser, es decir, demócrata o comunista<br />

(o nacionalista “bueno” o cristiano).<br />

Llamar fascista a ETA es un puro ejercicio<br />

de exorcismo que impide enfrentarse<br />

con lucidez a lo que en verdad es y, de rebote,<br />

a lo que quizá son quienes sólo logran<br />

definirse políticamente por oposición a ella.<br />

Plantear el conflicto vasco actual como<br />

una batalla entre demócratas y fascistas conduce<br />

inevitablemente a superponer sobre él<br />

una poderosa evocación simbólica de la que<br />

algunos intelectuales, políticos y periodistas<br />

no han podido resistirse a abusar: la imagen<br />

de los nazis abertzales persiguiendo y asesinando<br />

a los judíos no-nacionalistas.<br />

Sin embargo, la analogía cruje en cuanto<br />

se piensa un poco en ella. No resulta fácil<br />

imaginar a los judíos alemanes, por analogía<br />

con los vascos “españolistas”, pudiendo<br />

recurrir a la protección de un Estado<br />

judío del que Alemania hubiera sido una<br />

comunidad autónoma en la que los judíos<br />

habrían sido la mitad de la población. Se<br />

hace un poco raro imaginar a los judíos alemanes<br />

gozando de representación política<br />

propia, tanto en la “comunidad autónoma”<br />

alemana (vasca) como en el Estado judío<br />

(español), teniendo a su disposición una<br />

policía y un ejército mucho más poderosos<br />

que las abertzales Gestapo, SS y SA (el análogo<br />

nazi de ETA). Ello no ha impedido<br />

que prospere esa grotesca caricatura de las<br />

víctimas del terrorismo etarra como “los judíos<br />

de Euskadi”.<br />

Lo ridículo bordea lo escandaloso cuando<br />

quienes utilizan esa retórica absurda son políticos<br />

de partidos como el PSOE o el PP,<br />

que, al mismo tiempo que pactan en Madrid<br />

o en Vitoria con aquellos mismos a quienes<br />

denuncian como nazis o como cómplices de<br />

los nazis, el PNV y EA, llaman a la movilización<br />

cívica contra ellos a quienes les han<br />

elegido, tanto a unos como a otros, para que<br />

resuelvan los problemas políticos del País<br />

Vasco en el Parlamento y no en la calle. En la<br />

aburrida democracia parlamentaria sobran<br />

los héroes y las manifestaciones callejeras; algo<br />

va mal cuando unos y otras proliferan y,<br />

sobre todo, cuando son los propios Gobiernos<br />

y partidos democráticos, que debieran<br />

hacerlas inútiles, los que las promueven.<br />

Un Estado judío<br />

Concebir todo conflicto político actual, en<br />

el País Vasco o en los Balcanes, como una<br />

batalla de la eterna lucha entre el bien y el<br />

mal, entre la libertad y el totalitarismo, cuya<br />

imagen paradigmática sería la guerra victoriosa<br />

de la democracia contra el nazismo,<br />

revela una sospechosa fijación en un pasado<br />

irrepetible cuya función quizá sea desviar<br />

la vista del incómodo presente. Pues lo cierto<br />

es que la mejor prefiguración de lo que<br />

los nacionalistas vascos aspiran a construir,<br />

el mejor modelo de lo que la nación vasca<br />

ha empezado poco a poco a ser, no es la<br />

Alemania nazi, sino el actual Estado judío<br />

de Israel, un Estado que concilia una forma<br />

de gobierno democrática con una legitimación<br />

étnico-religiosa en la que fundamenta<br />

una política discriminatoria hacia los<br />

israelíes no-judíos y una actitud belicosa de<br />

exclusión de los palestinos no-israelíes.<br />

21

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!