JUAN ARANZADI - Prisa Revistas
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¿CANSANCIO DE LA DEMOCRACIA O ACOMODO DE LOS POLÍTICOS?<br />
ca la idea de adoptar el sistema<br />
alemán del doble voto como una<br />
solución aceptable para todos.<br />
Pero pronto se comprendió que<br />
su efecto era equivalente al desbloqueo<br />
de las listas cerradas. Y<br />
se cortó en seco esta posibilidad.<br />
Así, la comisión nombrada al<br />
efecto, tras varios años de estudiar<br />
las reformas a introducir, no<br />
encuentra ninguna que no venga<br />
a complicar el perfecto control<br />
actual (ya se sabe: ¡las posibles<br />
tachaduras de candidatos complicarían<br />
mucho el recuento de<br />
votos!). Un efecto directo es el<br />
incesante aumento de los votos<br />
en blanco, que en las elecciones<br />
generales alcanzó el 1,58%, es<br />
decir, fue el quinto colectivo,<br />
con mayor número de votos que<br />
el PNV (1,53%). Es de notar<br />
que el voto en blanco es el voto<br />
de quien acude a votar y no<br />
puede hacerlo, por lo que expresa<br />
directamente una protesta. Claro<br />
está que la intención de lo que<br />
supone el voto en blanco es muy<br />
superior: unos prefieren escribir<br />
su protesta, por lo que su voto se<br />
computa como nulo (0,67%); y<br />
otros, mucho más numerosos,<br />
sienten demasiado hastío como<br />
para acercarse siquiera a su distrito<br />
electoral, siendo computados<br />
en el cajón de sastre de la<br />
abstención. En realidad, son<br />
muchos los electores que ni siquiera<br />
conocen la posibilidad de<br />
votar en blanco y otros tantos<br />
que no saben que consiste en entregar<br />
el sobre vacío. Y quedan<br />
todavía los que prefieren votar<br />
más bien por despecho a partidos<br />
testimoniales o pintorescos,<br />
como otra forma más de protesta.<br />
Computado lo cual es muy<br />
probable que supere en realidad a<br />
los porcentajes de CiU (4,20%)<br />
y de IU (5,46%), por lo que resultaría<br />
ser ya el tercer partido.<br />
Obviamente, un colectivo especialmente<br />
denostado por los partidos<br />
políticos, mucho más que<br />
la abstención. Pero muy significativo.<br />
¿Hasta qué porcentaje<br />
tendrá que subir el voto en blanco<br />
para que la clase política de este<br />
país se dé por aludida?<br />
e) ¿Quién necesita un líder carismático?<br />
También aquí colea la<br />
dudosa herencia de Schumpeter,<br />
que fue quien labró el mito de que<br />
la democracia moderna, al igual<br />
que el mundo empresarial, precisaba<br />
de líderes (aunque, en realidad,<br />
es más que apreciable la<br />
contaminación de los Führer y<br />
los Duce). Pero el impacto creciente<br />
de los medios de comunicación<br />
de masas y, sobre todo, el<br />
influjo del modelo presidencialista<br />
americano, con toda su parafernalia,<br />
hizo el resto. Y el mito<br />
perdura por doquier, pese a<br />
la nefasta experiencia de los caudillajes<br />
(tal es la traducción castellana<br />
de Leader, lo siento) democráticos,<br />
que terminan casi<br />
siempre cargándose por un tiempo<br />
a su partido (¿recuerdan los<br />
nombres de De Gaulle, Mitterrand,<br />
Thatcher, Andreotti, Felipe<br />
González y el mismísimo<br />
Kohl?). La mayoría de los Estados,<br />
al menos, han puesto plazo<br />
a sus mandatos, a diferencia de<br />
otros como España (aunque Aznar<br />
lo haya prometido a título<br />
particular, ¡quizá porque no se<br />
siente líder carismático!). Porque<br />
resulta obvio que si la oligarquía<br />
es incompatible con la deliberación<br />
democrática y con la decisión<br />
colectiva, ¡qué decir de los<br />
monarcas populistas que gobiernan<br />
a golpe de carisma!<br />
Se insiste en que un líder resulta<br />
necesario para movilizar el<br />
electorado. Que se lo digan a Jesús<br />
Gil. Para ello ha de ser carismático.<br />
Pero, ¿no habíamos<br />
quedado en que Aznar no tenía<br />
carisma? La existencia de líderes<br />
justifica también los ridículos,<br />
pero muy costosos, mítines<br />
y actos electorales. Pero al mismo<br />
tiempo sabemos que éstos<br />
sirven solamente para satisfacer<br />
a los propios militantes, mientras<br />
que los indecisos no pisan<br />
jamás un mitin. Éstos se justifican<br />
también porque permiten<br />
elaborar los espacios electorales<br />
para los medios de comunicación,<br />
esto es, para elaborar una<br />
propaganda generalmente deleznable<br />
con un presupuesto<br />
exagerado. ¡Qué caros nos cuestan<br />
estos festivales a los contribuyentes!<br />
Y todo ¿para qué? Supuestamente,<br />
para captar al pequeño<br />
porcentaje de indecisos.<br />
Pero éstos suelen ser ciudadanos<br />
reflexivos, que pasan en buena<br />
medida de la propaganda. Casi<br />
todo queda en la prescindible<br />
tarea de animar o enardecer al<br />
propio electorado.<br />
Porque nunca se toma suficientemente<br />
en consideración<br />
que la mayoría de los votantes<br />
son electores fijos, que votan a<br />
“los míos”, por identificación<br />
ideológica genérica, o por simple<br />
tradición familiar. En efecto,<br />
si de los aproximadamente 28<br />
millones de electores españoles<br />
restamos los seis millones de votantes<br />
fijos que tiene el PSOE, y<br />
otros tantos el PP, más el millón<br />
y medio de IU y los dos millones<br />
y medio de votos nacionalistas,<br />
y eliminamos también los<br />
que se abstienen (seis millones y<br />
medio) y los que votan en blanco<br />
(cerca de medio millón), quedan<br />
unos seis millones de votantes<br />
(es decir, poco más del<br />
20%) cuyo voto fluctúa según la<br />
situación y decide el resultado<br />
electoral. Para estos votantes la<br />
propaganda electoral al uso sólo<br />
sirve para aumentarles su indecisión,<br />
de modo que han de decidirse<br />
finalmente por la lógica<br />
del mal menor. Por lo que también<br />
son candidatos potenciales<br />
al voto en blanco.<br />
Buena parte de estos votantes<br />
reflexivos votaría, si pudiera, por<br />
teledemocracia; en el futuro inmediato,<br />
sobre todo por Internet.<br />
Ésta es una realidad que no<br />
está tan lejana como parece. En<br />
efecto, en el Estado de Arizona<br />
se ha realizado ya a título experimental,<br />
y con todas las garantías<br />
exigibles, la primera cibervotación<br />
legalmente válida en<br />
las elecciones primarias de Estados<br />
Unidos, con casi un 10%<br />
de los votos. Y para 2006 está<br />
previsto extender la cibervotación<br />
a todos los Estados y a todos<br />
los efectos, calculándose que<br />
en 2008 EE UU pueden “estar<br />
preparados para celebrar una<br />
elecciones exclusivamente on line”<br />
(Muy Interesante, núm. 228,<br />
mayo 2000, 122), quedando el<br />
actual sistema como mero complemento.<br />
Este votante cibernauta<br />
supone todo un desafío<br />
para la actual propaganda basa-<br />
da, sobre todo, en los medios y<br />
las técnicas audiovisuales espectaculares.<br />
Ello obligará también<br />
a replantear muchos conceptos<br />
en el funcionamiento de la democracia<br />
actual. n<br />
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José Rubio Carracedo es catedrático<br />
de la Universidad de Málaga. Autor de<br />
Educación moral, postmodernidad y democracia<br />
(1996).<br />
82 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 105