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JUAN ARANZADI - Prisa Revistas

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el discernimiento cabal entre la<br />

representación y el ser auténtico,<br />

por muy equívoca que sea la primera.<br />

Un nombre artístico que,<br />

pese a todo, deja intacto el nombre<br />

propio, es una apariencia de<br />

apariencia, una ficción de ficción<br />

que habla de una manifestación<br />

íntegra y sincera a través de una<br />

expresión artificiosa e histriónica.<br />

Éste es también el sentido que<br />

encierran su seseo y su yeísmo tan<br />

característicos: se trata de intensificar<br />

la veracidad de la expresión a<br />

fuerza de enrarecerla 36 ; o, en términos<br />

de Fiódor Pávlovich, se<br />

trata de sacrificar la nobleza a la<br />

sinceridad 37 . Así se explica la dedicación<br />

de Raphael al arte musical.<br />

En su autobiografía, él mismo<br />

desdeña ser calificado como<br />

“cantante”, y dice preferir ser considerado<br />

“artista”. Pues bien, en el<br />

contexto que se ha definido, cantar<br />

viene a ser un modo “artificioso”<br />

de hablar, en orden, precisamente,<br />

a incrementar la significatividad<br />

de lo enunciado. Como<br />

igualmente ha señalado Luis Lles,<br />

esta figura de la canción siempre<br />

será inalcanzable a todo ensayo<br />

de imitación, merced precisamente<br />

a que su apariencia es ella<br />

misma sólo aparente. Este es el<br />

significado profundo del título de<br />

su disco Las apariencias engañan,<br />

y también de su portada, ese cuadro<br />

de Raphael en pose con un<br />

maquillaje que, lejos de ocultar<br />

sus facciones, aún las remarca. Es<br />

la veracidad del maquillaje: las<br />

apariencias engañan en tanto<br />

que apariencias, engañan porque<br />

no son engañosas, y el maquillaje<br />

se aprovecha como cauce de comunicación,<br />

y no como obstáculo<br />

38 . Casi cabría decir que ese cuadro<br />

es la versión pictórica del planteamiento<br />

de su interpretación<br />

36 También, por ejemplo, es característico<br />

que, en la interpretación en directo de<br />

Yo soy aquel, este verso se transforma en<br />

“Yo soy aquel aquél”, una sustantivación de<br />

un artículo demostrativo que sacrifica la<br />

gramática a la semántica.<br />

37 Balzac lo dice así: “La elegía es esencialmente<br />

linfática, así como el ditirambo es<br />

esencialmente bilioso”.<br />

38 Raphael triunfa en el mismo empeño<br />

en el que Gustav von Aschenbach había<br />

fracasado. Pero, en honor a la justicia, hay<br />

que decir que esta interpretación de la portada<br />

no puede hacerse extensiva a la can-<br />

Nº 105 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />

musical, si no es porque, en vez<br />

de vivificar el gesto, lo congela 39 .<br />

Kierkegaard nos enseñó que<br />

con esa automostración parcial<br />

en que consiste la ironía se corresponde<br />

el pseudónimo, la palabra<br />

en que se recoge un aspecto,<br />

pero sólo uno, de la personalidad.<br />

Pero ni Rafael es un irónico<br />

ni “Raphael” es un pseudónimo.<br />

Raphael es un nombre artístico.<br />

Así como, cuando en una posición<br />

parcial el Yo se afirma parcialmente,<br />

queda exigida y garantizada<br />

a un tiempo una sucesión<br />

futura indefinida de<br />

posiciones parciales, eso que Fichte<br />

llamó un proceso indefinido<br />

de perfeccionamiento, cuando el<br />

Yo se afirma infinitamente, aun si<br />

lo hace en una posición parcial, el<br />

presente se absolutiza y, en consecuencia,<br />

el futuro se vacía: ¿y<br />

mañana, qué? (huelga decir que la<br />

postura interpretativa que se corresponde<br />

con la absolutización<br />

del presente es la improvisación,<br />

disciplina en la cual nuestro Raphael<br />

es un maestro consumado,<br />

así como que la improvisación es<br />

lo más opuesto a aquello que<br />

Fichte llamaba “plan”). Como actitud<br />

personal, evidentemente, esta<br />

postura es a la larga insostenible<br />

–piénsese en el Kirillov de<br />

Dostoievski–, pero no lo es como<br />

postura artística, siempre y cuando<br />

ambos dominios queden discernidos<br />

(pues de otro modo no<br />

sería una afirmación, sino una<br />

anulación) y a la vez unificados<br />

(pues de otro modo la afirmación<br />

no sería infinita, sino parcial).<br />

Ya en el “hombre ridículo” encontramos<br />

esta síntesis de apariencia<br />

y ser: “No ya [sólo] que<br />

aparecía como ridículo, sino<br />

que lo era”; una fusión que el bufón<br />

premoderno no puede culminar<br />

en modo alguno porque,<br />

en él, expresión y ser todavía no<br />

se han disociado y cohabitan, aún<br />

ción homónima, que, justamente, no es<br />

una canción autoexpositiva.<br />

39 Por este motivo, pese a todo, nos parecen<br />

más acertadas las portadas de En carne<br />

viva y, sobre todo, por haber captado el<br />

movimiento mismo, de Desde el fondo de mi<br />

alma, que no en vano son dos de sus mejores<br />

discos. No obstante, según lo expuesto,<br />

no cabe en rigor una expresión pictórica del<br />

indiscernibles, en una unidad inmediata<br />

y pacífica: “Soy bufón de<br />

nacimiento” 40 . “La apariencia<br />

misma le es esencial a la esencia,<br />

no habría verdad si ésta no apareciera<br />

y se manifestara”, escribió<br />

una vez Hegel 41 . Pero una vez<br />

que la escisión entre ambas ha<br />

acontecido, la expresión ya no<br />

puede ser una manifestación espontánea,<br />

sino que por fuerza ha<br />

de ser una apariencia artificiosa,<br />

esto es, artística 42 . Por eso Raphael<br />

es un artista a la altura de los<br />

tiempos. En ¿Y mañana, qué?, tal<br />

reencuentro de dos posiciones<br />

que han conocido en efecto el extrañamiento<br />

recíproco es lo que<br />

celebran los capítulos XIX y<br />

XLI 43 , esos geniales “diálogos entre<br />

Rafael y Raphael” que testimonian<br />

una mutua pertenencia<br />

restablecida de autor y actor, de<br />

persona y máscara que, luego,<br />

40 El hecho de que, no siendo Dostoievski<br />

premoderno, su personaje sí lo sea,<br />

testimonia la distancia entre ambos.<br />

41 Georg Wilhelm Friedrich Hegel:<br />

‘Vorlesungen über die Ästhetik I’, en Werke,<br />

vol. 13, pág. 21. Ed. Moldenhauer/Michel,<br />

Francfort del Meno, 1970.<br />

42 Dentro de la música ligera hay cantantes<br />

que, más allá de interpretar sus canciones,<br />

no representan nada. Otros representan<br />

un cierto temple anímico, una actitud<br />

o un principio. Así, por ejemplo, Mari<br />

Trini representa, no la nostalgia de la infancia<br />

vivida, sino la melancolía por una<br />

infancia no vivida, y Dyango, más que el<br />

fracaso, la voluptuosidad en el fracaso, un<br />

deleite morboso experimentado en la humillación<br />

–por eso tiene un punto de vicioso–.<br />

Esta clase de cantante encuentra su<br />

público en un determinado tipo humano<br />

–los melancólicos o los abandonados y perdedores–.<br />

En estos términos, Raphael, en<br />

efecto, representa, pero no otra cosa que a<br />

sí mismo, o, si se prefiere, representa la representación,<br />

y por este motivo, al tiempo<br />

que máximamente individual, es máximamente<br />

universal, porque, según las palabras<br />

de Hegel, la diferencia entre ser y manifestación<br />

es, en términos filosóficos, un<br />

trascendental.<br />

43 Op. cit., págs. 284-285 y 555-560.<br />

44 En el mundo del espectáculo, un caso<br />

pintoresco de síntesis fallida de ser auténtico<br />

y apariencia artificiosa son los ventrílocuos.<br />

Un tipo patológico, clínicamente<br />

interesantísimo, lo representa J. L.<br />

Moreno, una subjetividad psicótica que<br />

siente la necesidad de insultarse a sí misma<br />

a través de un muñeco. De hecho, como<br />

precedente del actual ventrílocuo, cabe señalar<br />

al bufón, pero el muñeco que el bufón<br />

porta no es un interlocutor con quien<br />

aquél dialoga, sino el constructo a través del<br />

cual se vehicula su expresión hacia el exterior.<br />

45 De Escándalo.<br />

ALBERTO CIRIA<br />

puede convertir la aparición escénica<br />

en un acto de mostración<br />

abierta e inequívoca 44 .<br />

Pues el ridículo es, en efecto, la<br />

sensación de verse al descubierto,<br />

desnudo y sin protección, sin<br />

velos y como transparente ante<br />

unos ojos efectivamente presentes.<br />

Es en virtud de esta presencia<br />

efectiva que no se reduce a un<br />

mero avergonzamiento o arrepentimiento,<br />

en tanto que éste es<br />

siempre posterior a la acción<br />

obrada. El ridículo es, por consiguiente,<br />

una sensación de escenario:<br />

la larga filmografía de<br />

nuestro artista no bastaba, pues<br />

este temple anímico sólo se sufre<br />

en presente, durante una actuación<br />

en vivo. En el ridículo acontece<br />

un encontrarse afirmado infinita<br />

y abiertamente en una posición<br />

relativamente estrecha.<br />

Sólo que esta autoafirmación, en<br />

la medida en que es consciente y<br />

activa, puede asimismo ser buscada,<br />

y en esa misma medida<br />

puede ordenarse a un propósito<br />

superior. Por eso, cuando en la<br />

madrugada del primer día de<br />

1998 el cantante, al final de su<br />

bochornosa actuación, trazó sobre<br />

el público la señal de la cruz<br />

encomendándolo a la bendición<br />

divina, lanzó una señal a todos<br />

aquellos que tienen ojos para ver.<br />

Raphael ha comprendido que no<br />

bastaba con una formulación literaria<br />

ni cinematográfica para<br />

culminar esta redención a través<br />

del propio ridículo. Ha comprendido<br />

esto, y se ha dicho: “Mi<br />

cuerpo no se acostumbra a este<br />

amor entre penumbra. […] Escondidos<br />

de la Luna no se puede<br />

continuar” 45 . Animado de un<br />

propósito de purificación del prójimo,<br />

era preciso no descargar tal<br />

cumplimiento sobre un personaje<br />

ficticio que actúa en un escenario<br />

ficticio, sino arriesgar el paso<br />

intrépido de asumir sobre sí<br />

mismo esta carga, un paso que<br />

nadie, absolutamente nadie hasta<br />

la irrupción en la escena artística<br />

de nuestro Niño de Linares, había<br />

osado dar jamás. n<br />

principio interpretativo del cantante Alberto Ciria es filósofo.<br />

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