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JUAN ARANZADI - Prisa Revistas

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UNA APOLOGÍA FILOSÓFICA DE RAPHAEL<br />

de entre lo peor de lo peor, es el<br />

peor, no tiene semejante. En algunas<br />

ocasiones, esto se refleja ya<br />

en los mismos títulos: Yo soy<br />

aquel, Yo sigo siendo aquel, o, más<br />

condensadamente, Yo. Pero con<br />

más frecuencia aparece en las letras:<br />

“Pienso diferente, no vivo<br />

con la gente. […] Vivo mi vida,<br />

soy como soy” 28 . Precisamente<br />

por ser único no puede comunicar<br />

su verdad y queda condenado<br />

a la incomprensión, según declara<br />

de modo paradigmático su<br />

Qué sabe nadie, o también Al<br />

margen de la vida: “Tal vez al final<br />

llegue a recoger del mundo traiciones,<br />

mas yo siempre seguiré<br />

sembrando canciones”. Como todo<br />

entusiasta bien sabe, Raphael<br />

siempre aparece solo llenando el<br />

escenario. Su soledad es la segunda<br />

determinación.<br />

Sin embargo, no es esta soledad<br />

una tal que se vuelva exclusivamente<br />

sobre sí misma y se autoclausure,<br />

sino que, sin renunciar<br />

a su carácter de unicidad,<br />

abre desde sí dos vías positivas<br />

hacia el prójimo: la una, inmediata,<br />

que constituirá la tercera<br />

determinación, y la otra, mediata,<br />

cuyo medio y cuyo fin habrán de<br />

ser respectivamente las determinaciones<br />

cuarta y quinta.<br />

En primer lugar, la propia situación<br />

de hundimiento despierta<br />

en el cantante una especial simpatía<br />

hacia otros marginados e incomprendidos,<br />

que son tenidos<br />

como semejantes: “Los amantes<br />

se van, riendo se van porque no<br />

los entienden” 29 . Amén de Inmensidad,<br />

sus canciones Le llaman<br />

Jesús y La dulce Mimí, dos<br />

piezas que, significativamente,<br />

poseen una estructura compositiva<br />

y una melodía muy semejantes,<br />

son igualmente ejemplos elocuentes.<br />

Pero, por otro lado, su carácter<br />

de figura única le dispone simultáneamente<br />

en una cierta situación<br />

de superioridad moral, desde<br />

la cual le es permitido manifestar<br />

su voluntad soberana:<br />

“Ahora no hay quien me detenga,<br />

aunque no pare la lengua de la<br />

28 De Escándalo.<br />

29 De Los amantes.<br />

alta sociedad. […] Si tengo ganas,<br />

hago lo que me da la gana.<br />

Soy yo quien decide sí o no” 30 ; así<br />

como desdeñar el judicium mundi:<br />

“No me importa que murmuren<br />

ni que mi nombre censuren<br />

por todita la ciudad. […] Un<br />

alma libre siempre he sido yo.<br />

Pienso diferente, no vivo con la<br />

gente, y mi manera no la voy a<br />

cambiar. […] Vivo mi vida, soy<br />

como soy, no hay quien me pare<br />

por donde voy. […] No me interesa:<br />

¿qué más me da? Nada me<br />

importa, digan lo que digan” 31 .<br />

“A veces oigo sin querer algún<br />

murmullo, mas no hago caso y<br />

yo me río y me pregunto: ¿qué sabe<br />

nadie?”. De hecho, la expresión<br />

“digan lo que digan”, que<br />

aparece cuanto menos en cuatro<br />

canciones (Digan lo que digan,<br />

Los hombres también lloran, Qué<br />

dirán de mí, Escándalo), pasa por<br />

ser la más recurrente del cantante,<br />

amén de una expresión concentrada<br />

de su alma entera. Hasta<br />

que finalmente, desde esta situación<br />

de superioridad, se compadece<br />

de quienes, burlándose de<br />

él, han caído en culpa, y los eleva<br />

hacia sí bendiciéndoles o, cuanto<br />

menos, perdonándoles: “Te juro<br />

que no he sido rencoroso; […] si<br />

quieres regresar, hazlo deprisa,<br />

hazlo ya” 32 . “Soy lo peor. Mas no<br />

hagas caso de mis locos sentimientos<br />

ni [de] mi mal comportamiento;<br />

no hagas caso, por favor,<br />

porque a la hora de extrañarte<br />

como un necio un beso tuyo<br />

para mí no tiene precio, y para<br />

amarte como así [sc., así como<br />

para] necesitarte soy el mejor” 33 .<br />

Ahora, por fin, pero sólo ahora,<br />

es posible entonar ese cántico<br />

de alabanza y glorificación que<br />

encierra en sí el cosmos entero,<br />

ese hosanna universal y esa celebración<br />

de la armonía del todo,<br />

un congratularse por existir que<br />

no es la alegría ignorante del paraíso<br />

sin pecado, sino un gozo del<br />

ser que ha atravesado por el purgatorio<br />

del dolor y la tiniebla y ha<br />

30 De Escándalo. En Dostoievski, esta<br />

absolutización de la voluntad tiene como<br />

precedente el Kirillov de Los demonios.<br />

31 De Escándalo.<br />

32 De Qué tal te va sin mí.<br />

33 De Soy lo peor.<br />

triunfado sobre él: “Es mucha<br />

más la luz que la oscuridad” 34 ,<br />

una afirmación que, adviértase,<br />

sólo puede sostener quien, habiendo<br />

conocido ambas, se ha resuelto<br />

a favor de una.<br />

Hemos visto de qué modo Escándalo<br />

es la expresión de una<br />

afirmación olímpica de la propia<br />

voluntad. Un “escándalo” es la<br />

irrupción de un acontecimiento<br />

que, por no ajustarse a los patrones<br />

vigentes, tiende a ser rechazado,<br />

y un modo del rechazo es la<br />

burla. Raphael, de manera voluntaria,<br />

se pone a sí mismo en<br />

situación de ridículo para despertar<br />

la burla de los demás y su<br />

consiguiente caída en culpa. ¿Por<br />

qué? Porque sólo ahora que, a<br />

causa del mismo escarnio que ha<br />

hecho, el mundo ha caído en pecado,<br />

es posible su redención, y<br />

hacia ésta se ordena en último<br />

término la actitud del cantante.<br />

Con conocimiento no hemos<br />

designado estas cinco partes que<br />

configuran semejante actitud artística<br />

como etapas o como estadios,<br />

sino como determinaciones:<br />

las cinco se cumplen a un tiempo,<br />

a saber: en el transcurso de la actuación.<br />

De otro modo que en<br />

un golpe único no es posible esa<br />

autoafirmación absoluta que sucede<br />

en el ridículo.<br />

Los grados de voluntad son eo<br />

ipso grados de conciencia. Con<br />

el establecimiento absoluto de<br />

una voluntad que todo lo desdeña<br />

se corresponde una apropiación<br />

consciente progresiva del<br />

propio ser. Por eso, y porque, a<br />

diferencia de otros temples anímicos,<br />

hacer el ridículo es indiscernible<br />

de la plena conciencia<br />

de estar haciéndolo 35 , era necesaria<br />

en la discografía de nuestro<br />

cantante la aparición de esas que<br />

hemos llamado canciones auto-<br />

34 De Digan lo que digan. Cada verso<br />

de esta canción expresa la resolución de<br />

una voluntad que, habiendo tenido que<br />

escoger entre los polos cósmicos opuestos<br />

del bien y el mal, se ha decidido por el<br />

primero.<br />

35 No cabe hacer el ridículo sin darse<br />

cuenta de que se está haciendo el ridículo,<br />

o, dicho más radicalmente, hacer el ridículo<br />

es la conciencia de hacerlo. La redacción<br />

de unas memorias viene a ser, en este sentido,<br />

un paso más en el proceso de autoapropiación<br />

cognoscitiva.<br />

expositivas, en las que el artista se<br />

expresa nudamente a sí mismo<br />

“desde el fondo de mi alma”. No<br />

se puede obviar que muchas de<br />

sus canciones, e incluso discos<br />

enteros, como meros productos<br />

artísticos, son de un valor menguado<br />

y de un gusto prosaico,<br />

pero justamente la grandeza del<br />

cantante consiste en que a esas<br />

intervenciones chabacanas se entrega<br />

infinitamente, en que embarca<br />

su ser entero sin distingos<br />

en la calidad de la expresión, tanto<br />

si ésta es sublime como si es<br />

vulgar (“de por qué doy siempre<br />

el alma cuando me pongo a cantar”;<br />

de ahí que, cuando sus mismas<br />

canciones son interpretadas<br />

por otros cantantes, pierden en<br />

gran medida su interés, según<br />

pudo comprobarse en el especial<br />

La gran noche de Raphael, que fue<br />

retransmitido el 23 de febrero de<br />

1999), y es justo esta autoexhibición<br />

incondicional y sin reserva<br />

ninguna lo que, a su vez, posibilita<br />

hacer el ridículo y atraer sobre<br />

sí el escarnio del mundo. Un<br />

espíritu dotado de un gusto refinado,<br />

pero de nada más que de<br />

un gusto refinado, jamás alcanzará<br />

a comprender cuán grande<br />

generosidad de ánimo es exigida<br />

para exponerse de modo absoluto<br />

en una objetivación estrecha.<br />

Sí: todos los detractores de<br />

Raphael cometen, sin excepción,<br />

el error de obcecarse de modo exclusivo,<br />

bien con los productos<br />

(¡pero precisamente Raphael no<br />

es autor de las canciones que interpreta!),<br />

bien con su actitud sobre<br />

el escenario, cuando es justamente<br />

la relación entre ambos la<br />

señal de que lo que aquéllos tomaron<br />

por amaneramiento y desmesura<br />

no es sino una abundancia<br />

cordial que, volcándose sobre<br />

lo deprimido y menguado, lo alza<br />

y acrecienta. Pero ya sabemos<br />

que la incomprensión es el hábito<br />

del misericordioso.<br />

El nombre artístico<br />

Ya se ha llamado la atención sobre<br />

la paradoja que encierra el<br />

nombre artístico “Raphael”. El<br />

nombre propio es la palabra en la<br />

que el ser personal se manifiesta.<br />

Un nombre artístico es una ficción,<br />

una apariencia que garantiza<br />

64 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 105

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