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JUAN ARANZADI - Prisa Revistas

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UNA APOLOGÍA FILOSÓFICA DE RAPHAEL<br />

ber, el ridículo no es aquí una consecuencia<br />

mediata de la caída en<br />

pecado de los demás –el miembro<br />

intermedio es la asunción sobre sí<br />

del pecado ajeno–, sino que pasa a<br />

ser la causa inmediata de que los<br />

demás caigan en pecado. Sófocles<br />

nos ha dado con su Edipo la figura<br />

de un hombre que es simultáneamente<br />

el responsable de los<br />

males de su pueblo y la persona de<br />

quien depende su salvación. Pero<br />

Edipo desconoce que, efectivamente,<br />

él es el culpable. En Fiódor<br />

Pávlovich, Dostoievski nos presenta<br />

a un hombre que de un modo<br />

voluntario y consciente provoca<br />

la caída en culpa de los demás<br />

para de este modo abrirse a sí<br />

mismo la posibilidad de redimirlos:<br />

el bufón.<br />

La caracterización psicológica<br />

de Fiódor Pávlovich Karamazov,<br />

el padre de los tres hermanos, se<br />

desarrolla fundamentalmente en<br />

el capítulo primero del libro primero<br />

de la primera parte, y en los<br />

capítulos segundo y octavo del libro<br />

segundo de la primera parte.<br />

Estos tres capítulos se titulan, respectivamente,<br />

‘Fiódor Pávlovich’,<br />

‘El viejo bufón’ y ‘El escándalo’<br />

(¡adviértase la coincidencia con la<br />

canción de Raphael!). Ya desde el<br />

primer momento nos es presentado<br />

como alguien que busca conscientemente<br />

el papel de bufón:<br />

“[…] Fiódor Pávlovich […] en<br />

realidad no era más que un bufón<br />

maligno” 11 . “Muchos hasta añadían<br />

que a él le gustaba presentarse<br />

con un renovado aspecto de<br />

bufón, y que adrede, para que se<br />

rieran más, aparentaba no darse<br />

cuenta de su cómica situación” 12 .<br />

Pero no basta con este retrato<br />

del personaje a cargo del cronista<br />

de la historia. Es preciso que el<br />

viejo bufón entre en escena y actúe<br />

y se defina por sí mismo (este<br />

detalle, como al final se verá, es de<br />

una importancia capital para el<br />

propósito último de este artículo):<br />

“¡Tiene usted ante sí a un auténtico<br />

bufón! Como tal me presento”<br />

13 . Su actuación llena todo<br />

11 Op. cit., pág. 76.<br />

12 Pág. 78. Adviértase: “Aparentaba no<br />

darse cuenta”, luego era plenamente consciente.<br />

el segundo libro de la novela, en el<br />

que los hermanos se reúnen con<br />

el padre en presencia de un anciano<br />

monje venerable para dirimir las<br />

disputas relativas a la cuestión de<br />

la herencia. Tan pronto como Fiódor<br />

se ve en presencia del venerable,<br />

comienza su actuación: “Soy<br />

bufón hasta los tuétanos, lo soy<br />

de nacimiento, como pasa con los<br />

benditos” 14 . Como sucedía con<br />

el hombre ridículo, en Fiódor<br />

Pávlovich encontramos el mismo<br />

movimiento de autoensalzamiento<br />

sobre la base de una autohumillación:<br />

“Precisamente, cuando<br />

me acerco a la gente siempre me<br />

parece que yo soy el más vil de<br />

todos y que todos me toman por<br />

un bufón; así que me digo: ‘¡Hala!<br />

Voy a hacer de bufón, no tengo<br />

miedo a lo que pensáis, porque<br />

todos, ¡absolutamente todos, sois<br />

más canallas que yo!’. Por eso soy<br />

un bufón. Soy bufón por vergüenza.<br />

[…] Si alboroto es sólo<br />

por timidez. Si estuviera convencido<br />

de que cuando entro en un<br />

lugar todos van a tomarme por<br />

un hombre encantador e inteligente,<br />

¡Dios del cielo, qué buena<br />

persona sería yo entonces!” 15 . Justamente<br />

porque el monje venerable<br />

no le trata como a un bufón,<br />

al final, Fiódor tiene que acabar<br />

retirándose de su presencia. Despertar<br />

y centrar sobre sí el escarnio<br />

de los demás se ordena no obstante<br />

a engendrar un sentimiento<br />

de naturaleza superior: “Cierto,<br />

cierto, es agradable ofenderse [sc.<br />

porque los demás se burlen de<br />

uno]. […] Cierto, cierto, toda mi<br />

vida me he dado por ofendido,<br />

hasta me ha resultado agradable,<br />

me he ofendido por estética, pues<br />

estar ofendido no sólo es agrada-<br />

13 Pág. 122.<br />

14 Pág. 123.<br />

15 Pág. 126. Otro rasgo común al<br />

“hombre ridículo” y a Fiódor Pávlovich lo<br />

ofrecen las sorprendentes coincidencias en<br />

sus correspondientes relatos de la corrupción<br />

del hombre, respectivamente, en la<br />

parte V del ‘Sueño’ y al comienzo del capítulo<br />

‘El viejo bufón’. Sin embargo, hay que<br />

significar también las diferencias entre ambos.<br />

El carácter bufonesco de Fiódor obedece<br />

a una necesidad de reconocimiento<br />

que le mueve a ratificar la opinión en que le<br />

tienen los demás. La ridiculez del hombre<br />

ridículo consiste, justo al contrario, en la incapacidad<br />

de ser reconocido.<br />

ble, sino que, a veces, hasta resulta<br />

hermoso. […] ¡Hasta es hermoso!”<br />

16 . Este sentimiento de naturaleza<br />

superior, el bufón lo acaba<br />

proyectando sobre aquellos<br />

mismos que hacen mofa de él; no<br />

es, pues, un mero masoquista, que<br />

se encierra en sí mismo y busca al<br />

sádico sólo como instrumento. Su<br />

caracterización se completa en el<br />

capítulo ‘El escándalo’, donde se<br />

produce el enfrentamiento entre<br />

Fiódor y Miúsov. En la novela,<br />

Miúsov representa al liberal ruso<br />

de los años cuarenta y cincuenta<br />

del siglo pasado: su tipo consiste<br />

en representar una pose mientras<br />

que, en realidad, lleva una vida en<br />

contradicción con ella. Miúsov<br />

quiere demostrar a los monjes que<br />

él no es de la calaña de Fiódor. Lo<br />

importante es que siente la necesidad<br />

de demostrárselo a alguien,<br />

que necesita del reconocimiento<br />

ajeno para sostener su identidad.<br />

Para poner de manifiesto su magnanimidad,<br />

cede a los monjes los<br />

derechos sobre la tala de un bosque<br />

de su propiedad, “tanto más<br />

cuanto que todo aquello tenía<br />

muy poco valor” 17 . Pero Fiódor lo<br />

cala a fondo, y profiere unas palabras<br />

que vienen a ser una auténtica<br />

definición del bufón: “[Miúsov]<br />

gusta de que en las palabras<br />

haya plus de noblesse que de sincerité;<br />

en cambio, a mí me gusta<br />

que en mis palabras haya plus de<br />

sincerité que de noblesse” 18 . La bufonada<br />

tiene en último término<br />

un efecto desenmascarador: “La<br />

falsedad no me gusta, padres.<br />

¡Quiero la verdad!” 19 . Así, reprocha<br />

a los monjes buscar la<br />

salvación encerrándose en el monasterio,<br />

“querer comprar a Dios<br />

comiendo coles”, y les reta a salir<br />

al mundo, donde la salvación<br />

es algo más “dificilillo” 20 . En virtud<br />

de esta expresión de la verdad,<br />

el juicio definitivo del escritor<br />

sobre este personaje ha de<br />

ser, pues, pese a todo, magnánimo:<br />

“En la mayor parte de los<br />

casos, la gente, incluso la mala<br />

gente, es mucho más ingenua y<br />

16 Pág. 127.<br />

17 Pág. 180.<br />

18 Pág. 185.<br />

19 Pág. 187.<br />

20 Ibíd.<br />

bondadosa de lo que nosotros<br />

nos figuramos” 21 .<br />

El bufón de Andréi Rublev<br />

“Dostoievski podría llegar a ser<br />

la quintaesencia de todo cuanto<br />

deseo llevar a cabo en mis películas”.<br />

Así comienzan los diarios de<br />

Tarkovski, que el cineasta tituló,<br />

tan significativamente, Martirologio<br />

22 . En la filmografía del ruso,<br />

la figura del bufón aparece en Andréi<br />

Rublev, película cuyo tema<br />

es el sentido sacrificial y redentor<br />

de la creación artística 23 . Prescindiendo<br />

del Prólogo, la escena del<br />

globo, el primer capítulo de la<br />

película es el encuentro entre el<br />

monje Rublev y el bufón. Sorprendido<br />

en su peregrinación por<br />

una fuerte lluvia, el monje se<br />

apresura a buscar cobijo en una<br />

cabaña, donde un bufón hace payasadas<br />

para provocar la hilaridad<br />

de los concurrentes. Cuando entra<br />

el monje, el bufón comienza a<br />

hacer escarnio de él, hasta que<br />

unos guardias le detienen y le<br />

condenan a trabajos forzados a<br />

causa de su burla. En un principio<br />

parece que con esta escena<br />

Tarkovski quiere resaltar la oposición<br />

entre el monje –la gravedad,<br />

la seriedad, la religiosidad– y el<br />

bufón –lo grotesco, la chanza,<br />

el mundo sensible–. Pero esta interpretación<br />

se compadece poco<br />

con el segundo y a todas luces<br />

inesperado encuentro entre monje<br />

y bufón, ya casi al final de la<br />

película. Significativo es, sobre todo,<br />

que este segundo encuentro<br />

acontece justo antes de la escena<br />

21 Pág. 79.<br />

22 Andrej Tarkowskij: Martyrolog, pág.<br />

33. Limes, Berlín, 1989. También su Elogio<br />

del hombre débil, esa apología de los tipos<br />

marginales e inadaptados, comienza<br />

con una alusión al escritor.<br />

23 El coguionista de esta película fue<br />

Andréi Konchalovski, que bien merece un<br />

par de líneas por representar una progresión<br />

artística sin parangón en la historia del séptimo<br />

arte. Hermano del también cineasta<br />

Nikita Michailkov (Ojos negros, Urga), comenzó<br />

su carrera con Tarkovski, como<br />

codirector de El violín y la apisonadora y como<br />

coguionista de Andréi Rublev, y terminó<br />

en Hollywood, dirigiendo Tango y Cash,<br />

con Sylvester Stallone y Kurt Russell. Cabe<br />

decir en desagravio suyo que entre tanto había<br />

rodado Expreso al infierno, ese poema<br />

fílmico a la libertad con Jon Voight sobre<br />

un guión de Kurosawa.<br />

62 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 105

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