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JUAN ARANZADI - Prisa Revistas

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La consideración de una vertiente de la<br />

intervención del Estado como una componente<br />

de la política de liberalización puede<br />

resultar algo paradójico a quienes se han acostumbrado<br />

a tratar sistemáticamente de forma<br />

opuesta al Estado y al mercado, a ver contradicciones<br />

permanentes entre lo público y<br />

lo privado; es decir, tanto a los idealistas del<br />

Estado como a los idealistas del mercado.<br />

Sin embargo, desde una aproximación más<br />

laica y menos dogmática de las relaciones<br />

entre Estado y mercado la cuestión importante<br />

en muchas ocasiones es analizar cuál es<br />

el espacio apropiado de cada uno de ellos, y<br />

cómo cada uno de ellos puede ayudar al otro<br />

a hacer lo que le es propio 10 .<br />

El Estado tiene un papel fundamental<br />

para ayudar a que los mercados funcionen<br />

mejor y puedan desplegar de forma más<br />

completa sus potencialidades: la defensa y<br />

el estímulo de la competencia a través, por<br />

ejemplo, de actuaciones contra los acuerdos<br />

restrictivos de la competencia; o contra la<br />

interposición de barreras de entrada de hecho<br />

a nuevos rivales por parte de las empresas<br />

ya instaladas en la industria. En este<br />

sentido, las políticas activas de defensa de la<br />

competencia tendrán un papel muy relevante.<br />

Estos problemas configuran una dimensión<br />

muy importante de la política<br />

económica moderna. Algunos son nuevos.<br />

Otros, aunque existen desde hace tiempo,<br />

se han acentuado con el cambio tecnológico,<br />

el aumento de las dimensiones de las<br />

economías y los cambios en los marcos regulatorios.<br />

En el futuro inmediato su resolución<br />

tendrá una importancia central en el<br />

funcionamiento de los mercados de productos,<br />

en la configuración del poder económico<br />

en las sociedades modernas. Y, aún<br />

más allá, en la propia calidad de la democracia<br />

y sus inherentes equilibrios de poder.<br />

3. Monopolios, oligopolios, Gobierno<br />

y consumidores en España: una nueva<br />

agenda de reformas institucionales<br />

En los procesos de privatización se ha producido<br />

una confusión entre privatización y<br />

liberalización, con consecuencias negativas<br />

nada desdeñables para la competencia; porque<br />

la privatización no trae consigo la competencia.<br />

10 En el capítulo sexto del Economic Report of the<br />

President enviado al Congreso de los EE UU en febrero<br />

de 1997 por el Consejo de Asesores Económicos del<br />

Presidente puede encontrase una crítica amplia y profunda<br />

de la idea de que el mercado y el Gobierno sean<br />

sustitutos irreconciliables. Un extracto de este capítulo<br />

puede encontrarse en Antón Costas y Germà Bel, eds.,<br />

Los beneficios de la liberalización…, op. cit., págs. 97-129.<br />

Nº 105 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />

De hecho, en el caso de las privatizaciones<br />

de empresas que desempeñan sus actividades<br />

en entornos altamente competitivos,<br />

la privatización ha aparecido más bien<br />

como la consecuencia de la competencia 11 .<br />

Cambios de entorno económico e institucional<br />

(por ejemplo, la integración económica<br />

regional, el aumento de la dimensión<br />

de los mercados y la mayor dificultad para<br />

efectuar subvenciones públicas) han introducido<br />

mayores niveles de competencia en<br />

algunos sectores; y una respuesta funcional<br />

de los Gobiernos antes esos cambios procompetitivos<br />

ha sido la privatización de empresas<br />

públicas que actúan en esos sectores.<br />

La privatización no ha tenido como consecuencia<br />

la competencia. La relación causal<br />

ha sido la inversa: el aumento de espacio para<br />

la competencia ha tenido como efecto<br />

que existan más empresas privadas y menos<br />

empresas públicas.<br />

Giremos ahora nuestra atención a<br />

aquellos sectores con problemas de competencia,<br />

donde se conservan segmentos de<br />

carácter monopolístico o se configuran posiciones<br />

dominantes susceptibles de abuso.<br />

La confusión (ingenua o deliberada) entre<br />

privatización y liberalización ha inducido<br />

errores en la secuencia de la reforma,<br />

errores que pueden incluso dificultar el aumento<br />

de la competencia en los mercados<br />

problemáticos. En su evaluación de los resultados<br />

de los procesos de reforma de mercados,<br />

Joseph E. Stiglitz concluye:<br />

“En efecto, muchos países adoptaron la política<br />

de ‘privatizar ahora, regular después’. Aquí, otra vez,<br />

las privatizaciones iniciales en un ambiente carente de<br />

regulación apropiada dieron lugar a fuertes intereses<br />

creados para bloquear los intentos posteriores de regulación<br />

en el caso de monopolio natural, o para<br />

crear mercados competitivos, en el caso de las industrias<br />

en que la competencia era viable. Se suponía<br />

que la privatización suavizaría la intrusión política<br />

en los procesos de mercado; pero la privatización<br />

proporcionó un instrumento adicional por medio<br />

del cual los intereses particulares, y el poder político,<br />

han podido mantener su poder” 12 .<br />

El caso de España encaja bastante bien<br />

en el escenario apuntado por Stiglitz. La sa-<br />

11 Esta hipótesis está más desarrollada en Germà<br />

Bel y Antón Costas: ‘Privatización, competencia y consumidores:<br />

una nueva agenda de reformas para la posprivatización’,<br />

Economistas, 84 (2000), págs. 329-335.<br />

En este trabajo y en Germà Bel, ‘Posprivatización, reforma<br />

regulatoria y beneficios de los consumidores:<br />

¿laisser faire versus competencia?’, Sistema, 149 (1999),<br />

págs. 111-126, descansa esta sección.<br />

12 Joseph E. Stiglitz: Whither Reform? Ten Years of<br />

the Transition. World Bank. 1999 Annual Bank Conference<br />

on Development Economics. Washington DC,<br />

EE UU. Stiglitz presidió el Consejo de Asesores del<br />

Presidente Clinton hasta finales de 1997 y fue vicepresidente<br />

del Banco Mundial hasta finales de 1999.<br />

GERMÀ BEL<br />

lida del Estado de las telecomunicaciones o<br />

de la energía eléctrica se produjo sin reestructuración<br />

previa del sector. Como también<br />

sucede en Gran Bretaña, en España el<br />

mercado de la generación eléctrica está dominado<br />

por un duopolio y la existencia de<br />

competencia en la generación eléctrica es<br />

más un desiderátum teórico que una realidad<br />

práctica.<br />

Por otra parte, la experiencia española<br />

en materia de concentración entre telecomunicaciones<br />

y audiovisual ilustra cómo<br />

puede ser incluso más fácil para el<br />

poder político articular grupos de control<br />

de servicios mediante la privatización<br />

de operadoras dominantes. Estos procedimientos<br />

pueden gozar ahora incluso de<br />

la ventaja de quedar eximidos del control<br />

de las instituciones democráticas. Desde<br />

luego, con la privatización no acaba la<br />

posibilidad de intervención política, como<br />

se había llegado a pensar de forma<br />

un tanto ingenua.<br />

La experiencia de la posprivatización<br />

permite identificar riesgos de las privatizaciones<br />

de empresas públicas que operaban<br />

en el campo de los servicios públicos en<br />

régimen de monopolio o que disponían de<br />

un importante poder de mercado. La experiencia<br />

española muestra que el riesgo<br />

más evidente en el momento presente es<br />

que las regulaciones están adquiriendo frecuentemente<br />

un sesgo favorable a las empresas<br />

privatizadas. Este riesgo regulatorio<br />

parece ser más probable cuando los Gobiernos<br />

se han comprometido y beneficiado<br />

del éxito político de las privatizaciones y<br />

han estimulado la creación de bases accionariales<br />

amplias 13 . Su consecuencia es la<br />

existencia de impuestos ocultos sobre los<br />

consumidores a través de las tarifas u otras<br />

compensaciones, como por ejemplo la permisividad<br />

con el deterioro del servicio por<br />

infrainversión.<br />

Como se ha argumentado más arriba,<br />

existen políticas activas a través de las cuales<br />

los Gobiernos pueden proteger los intereses<br />

de los consumidores. A veces, indirectamente,<br />

con políticas que fomenten y<br />

protejan la competencia en los mercados de<br />

productos, con la esperanza de que la competencia<br />

dará lugar a mayores cantidades y<br />

calidades a disposición del consumidor, a<br />

precios que reflejen los costes de provisión<br />

o de producción. Otras veces de forma di-<br />

13 Esto explica que, ante propuestas de reducción<br />

de tarifas y liberalización, la preocupación por los resultados<br />

de las empresas del sector y por su cotización en<br />

Bolsa ha llevado en España a actitudes sesgadas del Gobierno,<br />

persistentemente favorables a las empresas privatizadas.<br />

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