2008 481 LNB - Asamblea Legislativa de la República de Panamá
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y se escuchó <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> un tambor norteao, que resonó en el atrio <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong> iglesia y el coro contestó al unísono.<br />
La caja marcó el ritmo, lento, pausado y los tamboreros atentos, no<br />
se hicieron esperar y aquel diálogo sonoro envolvió a <strong>la</strong> multitud que<br />
arengaba con sus gritos y salomas.<br />
L<strong>la</strong>maba el repicador con insistencia y el pujador contestaba diciendo,<br />
orientando, indicando cuándo <strong>de</strong>bían <strong>la</strong>s parejas marcar los “Tres<br />
golpes”.<br />
Había intercambio <strong>de</strong> parejas, salomas y sonrisas, el tamborito estaba<br />
en pleno apogeo. Y es que <strong>la</strong> canta<strong>la</strong>nte tenía una impresionante voz,<br />
era tan guapa y parecía no cansarse.<br />
Las frases elocuentes, los elogios no se hicieron esperar. El<strong>la</strong> seguía<br />
cantando, pero buscando entre los presentes a aquel guapo adolescente<br />
que, con su sombrero a <strong>la</strong> pedrá, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer momento <strong>la</strong> miró<br />
muy fijamente, y es que cuando el corazón hab<strong>la</strong>, lo hace con pa<strong>la</strong>bras<br />
transformadas en miradas…<br />
La emoción nubló su corazón, allí frente a el<strong>la</strong> estaba él, invitándo<strong>la</strong><br />
a bai<strong>la</strong>r, con su sombrero abanicaba el aire y su seguidil<strong>la</strong> <strong>de</strong>jaba<br />
al <strong>de</strong>scubierto, <strong>la</strong>s cutarras con roseta en el empeine y freno en <strong>la</strong><br />
p<strong>la</strong>ntil<strong>la</strong>, no se hizo esperar, pues <strong>la</strong> multitud comenzó a ap<strong>la</strong>udir.<br />
Con su pollera abierta, en <strong>la</strong> rueda, parecía una mariposa en el mes<br />
<strong>de</strong> mayo.<br />
Pedro bai<strong>la</strong>ba muy bien y María también.<br />
El círculo se amplió, hicieron <strong>la</strong> rueda, suya y entonces su voz se<br />
escuchó más alta y c<strong>la</strong>ra que nunca antes, entonando:<br />
¡Tambores, vengan tambores<br />
tambores, vengan serenos!<br />
que están brotando<br />
en el pecho, hojitas<br />
<strong>de</strong> un bello sueño.<br />
Y siguieron bai<strong>la</strong>ndo.