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ma manera d<strong>ec</strong>ide que una imagen<br />
de Nuestra Señ.ora del Rosario, que<br />
le compró la entregue su albacea a<br />
la iglesia de Tumbabiro para el<br />
adorno del templo.<br />
Así como se dejaban mulares<br />
también se donaba otros objetos,<br />
tal como lo hizo María de los<br />
Dolores Aldana (23) en 1842:<br />
Dejo dos alfombras, una<br />
grande y otra pequeñ.a, las<br />
que mando a mi albacea los<br />
entregue a la iglesia de Santo<br />
Domingo (!barra) para el<br />
altar de la Santísima Trinidad<br />
la grande, y la pequeñ.a<br />
para el altar de nuestro amo.<br />
Funerales y entierros<br />
Si en realidad los que iban a<br />
morir no dejaban de cumplir con la<br />
fórmula religiosa, tampoco descuidaban<br />
estipular las condiciones esp<strong>ec</strong>íficas<br />
que debía tener el lugar<br />
de su descanso final; señ.alaban<br />
con cierto detalle su última voluntad<br />
y confiaban a sus albaceas la<br />
ej<strong>ec</strong>ución de la misma, así tenemos<br />
que si algunos pedían ser enterrados<br />
dentro de la iglesia, bajo determinado<br />
altar, otros se contentaban<br />
con un sitio en el camposanto; desde<br />
luego eso marcaba la situación<br />
<strong>ec</strong>onómica del difunto.<br />
Antonia de Oñ.ate (8) en<br />
1780, d<strong>ec</strong>laraba "que cuando la voluntad<br />
de Dios Nuestro Señ.or fuese<br />
servido de llevarme de esta presente<br />
vida a la otra, quiero que mi<br />
cuerpo sea sepultado en la iglesia<br />
de este pueblo de Cotacachi". Paradógicamente,<br />
en Otavalo, Casimira<br />
Bolañ.os (13) a pesar de d<strong>ec</strong>lararse<br />
pobre de solemnidad pidió<br />
ser sepultada "en la iglesia de mi<br />
parroquia". Antonio Ortiz (2) lo<br />
hace así:<br />
Cuando la divina majestad<br />
fuere servido de llevarme de<br />
esta presente vida a la eterna,<br />
mi cuerpo cadáver sea<br />
amortajado con el hábito y<br />
fuese de la voluntad de mi<br />
albacea y sepultado en la<br />
iglesia que dispusiese.<br />
Si Juan Mantilla (4) señ.ala<br />
"quiero que mi cuerpo sea sepultado<br />
onde quiera mi cura párroco, y<br />
para esto pido al señ.or Cura me sepulte<br />
en el corredor para cuyo<br />
ef<strong>ec</strong>to dejo doce pesos fuera de los<br />
seis de der<strong>ec</strong>hos", en cambio el<br />
presbítero Rafael Maya pidió en<br />
1840 que se lo enterrara al pie de<br />
la cruz del cementerio.<br />
A estas preocupaciones hay<br />
que añ.adir las que se referían a la<br />
mortaja, la que no siempre se defi-<br />
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