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La razón sobre la fe - Publicatuslibros.com

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Algunos estudiosos no sentían mucho atractivo por <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción divina, sino que confiaban en<br />

una <strong>fe</strong> humanista con <strong>la</strong> capacidad de <strong>la</strong> humanidad para mejorarse. En el estudio de <strong>la</strong> historia<br />

bíblica muchos veían <strong>la</strong> historia de los patriarcas israelitas <strong>com</strong>o unos individuos determinados<br />

que luchaban por su supervivencia, y no <strong>com</strong>o hombres piadosos de cuento de hadas.<br />

En el siglo I de <strong>la</strong> era <strong>com</strong>ún <strong>la</strong> sociedad judaica estaba profundamente dividida, con numerosas<br />

sectas religiosas, caudillos y posibilidades teológicas. Y mientras se puede argumentar que cada<br />

uno de los grupos era muy di<strong>fe</strong>rente, <strong>la</strong>s semejanzas generales también nos fuerzan a reconocer<br />

que todos <strong>com</strong>partían una única ideología de resistencia, e<strong>la</strong>borada a menudo en los menores<br />

detalles. Esta era <strong>la</strong> historia de cómo el resto justo de Israel reconocería sus pecados con <strong>la</strong><br />

aparición y predicación de un pro<strong>fe</strong>ta, que hab<strong>la</strong>ba de <strong>la</strong> llegada de <strong>la</strong> era mesiánica. El<br />

histórico JESÚS de Nazaret, que nació cuando moría el tiránico rey Herodes, y que alcanzó <strong>la</strong><br />

edad adulta en <strong>la</strong> época de Poncio Pi<strong>la</strong>to, <strong>com</strong>partió con sus coetáneos judíos una serie<br />

bastante corriente de símbolos y espectativas.Los seguidores de JESÚS y de Juan el Bautista<br />

formaron parte del mismo movimiento o, si <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra “movimiento” <strong>com</strong>porta demasiadas<br />

implicaciones organizativas, <strong>com</strong>partían un furor contra el Imperio. Y cuando llegase el<br />

momento de una acción unificada, todos se alzarían contra Roma.<br />

En tiempos posteriores, los cristianos abandonarían <strong>la</strong> Ley de Moisés, volviendo a <strong>la</strong> <strong>fe</strong> en <strong>la</strong><br />

expiación de un Mesías encarnado por los pecados de toda <strong>la</strong> humanidad. Más para el pueblo<br />

de Judea del siglo I, ese concepto habría resultado extraño y b<strong>la</strong>s<strong>fe</strong>mo. En un tiempo de<br />

subyugación política y económica por parte de un Imperio regido por un César deificado, el<br />

destino de Israel era permanecer fiel a <strong>la</strong>s tradiciones familiares, al campo y al templo y<br />

conseguir que tanto romanos <strong>com</strong>o judíos, murieran por sus pecados. <strong>La</strong> redención y<br />

restauración de Israel llegaría mediante <strong>la</strong> estricta observancia de todas sus leyes. El templo, y<br />

no <strong>la</strong> tumba, tenía que ser el foco de liberación.<br />

En los diez años del gobierno de Pi<strong>la</strong>to hubo muchas víctimas y mártires. Después de haber<br />

confiscado los fondos del templo para consolidar un proyecto ambicioso de obras públicas,<br />

colocó forajidos camuf<strong>la</strong>dos y armados con porras entre <strong>la</strong> multitud congregada para protestar y<br />

, según Josefo, Pi<strong>la</strong>to, dio desde su tribunal <strong>la</strong> señal convenida. Gran número de judíos pereció,<br />

unos por los golpes recibidos y otros pisoteados hasta morir. Fue un gobernador activista, que<br />

no estuvo dispuesto a <strong>la</strong>varse <strong>la</strong>s manos y eludir responsabilidades a <strong>la</strong> hora de mantener el<br />

orden. Y en modo alguno es improbable que entre los resistentes-mártires, que se alzaron en<br />

tiempos de Poncio Pi<strong>la</strong>to, hubiera un líder religioso y carismático, l<strong>la</strong>mado JESÚS, que fue<br />

apresado por sus enseñanzas subversivas y condenado a muerte por los romanos.<br />

<strong>La</strong> idea de <strong>la</strong> “resurrección” se extendió, en e<strong>fe</strong>cto, por todo el país, adoptándo<strong>la</strong> incluso<br />

quienes llevaban una vida tranqui<strong>la</strong> y a<strong>com</strong>odada. Esa creencia esta testificada por <strong>la</strong> difusión<br />

de una curiosa práctica funeraria judía en los alrededores de Jerusalem, consistente en una<br />

segunda tumba con cajas de huesos u osarios. Un año después del entierro, y cuando ya <strong>la</strong> carne<br />

del cadáver había desaparecido, los miembros de <strong>la</strong> familia recogían los huesos y los<br />

depositaban en una hermosa caja de piedra caliza, en <strong>la</strong> que a menudo se esculpía el nombre<br />

personal del difunto.<br />

Según el “Apocalipsis mesiánico” de Émile Puech, el ungido, ofrecía una salud y una juventud<br />

corporales más per<strong>fe</strong>ctas que cuanto puedan ofrecer los balnearios o medicamentos mi<strong>la</strong>grosos;<br />

prosperidad y <strong>fe</strong>licidad para todo hombre, mujer o niño, que antes hubiera sufrido; y ofrecía<br />

una venganza psíquica contra matones y opresores, imaginando <strong>la</strong> propia redención desde <strong>la</strong><br />

<strong>La</strong> razón <strong>sobre</strong> <strong>la</strong> <strong>fe</strong> Joaquín Cózar Infante 41

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