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La razón sobre la fe - Publicatuslibros.com

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impaciente. Era imp<strong>la</strong>cable con el hipócrita. No daba cuartel a los taimados, ni a los que hacían<br />

juegos de pa<strong>la</strong>bras. Y no permitía que lo gobernaran. Era impaciente con los que no creían en <strong>la</strong><br />

luz, por vivir ellos mismos en <strong>la</strong> sombra; y con los que buscaban señales en el cielo, en vez de<br />

buscar<strong>la</strong>s en sus propios corazones.”<br />

SIMÓN EL CIRINEO.<br />

“Iba yo camino de los campos cuando lo vi, cargando su cruz; y una gran muchedumbre de<br />

gente lo seguía. Luego, yo también caminé a su <strong>la</strong>do. <strong>La</strong> carga que llevaba Él hacía que se<br />

detuviera muchas veces, porque su cuerpo estaba exhausto. Luego, un soldado romano se me<br />

acercó y me dijo: Ven; tú eres fuerte y de constitución recia; lleva <strong>la</strong> cruz de este Hombre. Al<br />

oír estas pa<strong>la</strong>bras, mi corazón se conmovió, y sentí gratitud. Y llevé su cruz. Era pesada, pues<br />

estaba hecha de madera de á<strong>la</strong>mo, mojada con <strong>la</strong>s lluvias del invierno. Y JESÚS me miró. Y le<br />

escurría el sudor desde <strong>la</strong> frente hasta <strong>la</strong> barba. Él me puso <strong>la</strong> mano en mi hombro libre, y<br />

caminamos juntos hasta el monte de <strong>la</strong> Ca<strong>la</strong>vera. Pero entonces ya no sentía yo el peso de <strong>la</strong><br />

cruz. Sólo sentía su mano. Y era <strong>com</strong>o el a<strong>la</strong> de un pájaro <strong>sobre</strong> mi hombro. Luego, llegamos a<br />

<strong>la</strong> cima del monte, y allí iban a crucificarlo. Y entonces sentí el peso de <strong>la</strong> madera. No dijo nada<br />

cuando le c<strong>la</strong>varon los c<strong>la</strong>vos en <strong>la</strong>s manos y en los pies, ni articuló sonido alguno. Y sus<br />

miembros no temb<strong>la</strong>ron bajo el martillo. Pareció <strong>com</strong>o si sus manos y sus pies hubiesen<br />

muerto, para volver a vivir al estar bañados de sangre. Sin embargo, parecía también que<br />

hubiera buscado los c<strong>la</strong>vos <strong>com</strong>o el príncipe busca su cetro, y <strong>com</strong>o si ansiara ser llevado a <strong>la</strong>s<br />

alturas. Ahora, el hombre cuya cruz llevé se ha convertido en mi cruz. Y si me dijeran de<br />

nuevo: Lleva <strong>la</strong> cruz de este Hombre, <strong>la</strong> llevaría hasta que mi camino terminara en <strong>la</strong> tumba.<br />

Pero le volvería a rogar que me pusiera <strong>la</strong> mano en el hombro.”<br />

(Testimonios descritos en el libro JESÚS, EL HIJO DEL HOMBRE, de Gibran Jalil Gibran).<br />

<strong>La</strong> razón <strong>sobre</strong> <strong>la</strong> <strong>fe</strong> Joaquín Cózar Infante 54

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