0077 - Viento Sur
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Brasil<br />
Antes de que sea demasiado tarde<br />
César Benjamín<br />
El gobierno Lula está prisionero de profundas ataduras de las cuales no se<br />
liberará. Sus acciones y omisiones han agravado, en un corto período de tiempo,<br />
todos nuestros dilemas. Camina hacia un fracaso de grandes dimensiones.<br />
Hay una tragedia en curso en Brasil, que nos está confundiendo y paralizando.<br />
Además, la política –nuestro instrumento de cambio– fue despolitizada, reducida a<br />
dosis colosales de marketing y a un conjunto de pequeños apaños, muchos de los<br />
cuales bastante dudosos, todo al servicio de la conquista y la preservación de<br />
posiciones de poder. No queda nada libertario en ella. Ningún impulso de<br />
superación de lo que existe. Ninguna relación con fines y valores. Pasadas las<br />
elecciones, se discute ahora si Marta [Suplicy, ex alcaldesa de Sao Paulo]<br />
conseguirá la embajada en París, quien se está “reservando” para la próxima pelea,<br />
cuál de los gauchos [Olivio Doutra y Miguel Rosetto] va a dejar vacante su<br />
ministerio, cómo encontrar cargos suficientes para acomodar a tanta gente... y cosas<br />
así, tan transcendentales, mientras Lula dice pamplinas, pasea a su perra, va al cine<br />
del palacio y espera la llegada del nuevo avión. En la economía todo va bien, ya que<br />
los bancos y el agronegocio van bien. El pueblo intenta sobrevivir.<br />
Necesitamos reinventar la política. Los partidos obreros modernizaron la política<br />
europea durante el siglo XIX. Ampliaron los límites de las vacilantes democracias de<br />
entonces, forzando a los conservadores a adaptarse. En Brasil, en pleno siglo XXI, el<br />
PT en el poder rebajó los ideales republicanos –no digo ya socialistas– al nivel de un<br />
juego circense que instrumentaliza nuestra democracia, también vacilante, para empequeñecerla.<br />
La política se confirma como un espacio de competencia entre grupos de<br />
profesionales que, persiguiendo sus intereses, compitiendo entre sí, terminan<br />
construyendo una situación de eterno equilibrio fluctuante, por medio de la manipulación<br />
periódica de los deseos de los electores-consumidores. Es, como se ve, una<br />
variante del mercado. Ya no hay proyectos de sociedad en lucha. No hay espacios para<br />
que el pueblo aparezca como protagonista y reivindique para sí la construcción de su<br />
propio futuro. Como máximo, se discute quien administrará mejor lo que está ahí.<br />
En este contexto, los políticos, los del PT y los otros, se esfuerzan por<br />
adaptarse a lo que la sociedad es, o parece ser, según les informan las<br />
omnipresentes y minuciosas encuestas de opinión. No aceptan arriesgarse a<br />
pensar lo que la sociedad no es, ni parece ser, pero puede llegar a ser. Son<br />
incapaces de despertar cualidades nuevas que están latentes, y así permanecen.<br />
El futuro que resulta de la suma de estas acciones de pequeña política, de esas<br />
sucesivas operaciones a corto plazo, siempre a la vista de las próximas<br />
elecciones, ese futuro –el único admitido por el juego institucional actual– es<br />
simplemente la prolongación del presente. No contiene el carácter nuevo de un<br />
VIENTO SUR Número 77/Noviembre 2004 35