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Revista Quid 46

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italianos, flores de cementerio… Mientras tratamos de salir del<br />

dilema nos damos cuenta de que no es probable que las cosas<br />

se pongan más fáciles…<br />

¡Imaginen si en lugar de llevar algo quisiéramos llevar a alguien!<br />

Muchos ni se atreverían, otros pensarían que lo que<br />

corresponde a las reglas de la buena conducta es avisar a los<br />

anfitriones, pero si estamos en Turquía no necesitaríamos<br />

hacerlo. De hecho, en muchas regiones consideran normal y<br />

esperable que el invitado venga acompañado por quién quiera,<br />

y más extraño aún, ¡por cuántos quiera! En el otro extremo,<br />

de estar en Alemania deberíamos hablar previamente con los<br />

anfitriones pero no simplemente para avisarles sino para decirles<br />

lo buena y agradable que es la persona a la que queremos<br />

invitar y cómo consideramos que les caería de mil maravillas.<br />

Tal vez alguno piense prejuiciosamente que esto es parte de<br />

la “formalidad alemana” pero no parece ser así si tenemos en<br />

cuenta que, de trascurrir la comida en un restaurante, a pocos<br />

alemanes les resultaría extraño que un invitado fuera acompañado<br />

por su perro.<br />

Aun si tuvimos la suerte de no dudar al momento de llevar algo<br />

o a alguien eventualmente llegaríamos y tendríamos que saludar.<br />

En Argentina lo más común será saludar a los anfitriones<br />

con un beso, aun si no los conocemos demasiado, pero probablemente<br />

eso sea de dudosa educación en Estados Unidos o<br />

Inglaterra. Incluso en países cuyas costumbres consideramos<br />

más cercanas, como Italia, sería de mala educación que siendo<br />

jóvenes saludáramos con un beso a un hombre mayor, más<br />

aún si se trata de un profesor o un abogado. ¡Y ni hablar de los<br />

problemas que se nos pueden presentar al momento de saber<br />

cuántos besos corresponden dar! Tal vez optemos entonces<br />

por ir a lo seguro y dar la mano. Pero si estuviéramos en Japón<br />

darle la mano a alguien que conocemos poco sería un acto de<br />

mala educación ya que lo incomodaríamos entablando tal cercanía.<br />

De hecho, es probable que los invitados a una cena en<br />

Japón traten de buscarle parecidos al recién llegado con gente<br />

que todos los demás conozcan como una forma de sentirlo más<br />

cercano, un poco menos extraño. Por eso, tal vez nos reciban<br />

diciéndose entre sí “qué parecida que es a la tía” y comparándonos<br />

con gente que no conocemos pero ellos sí, cosa que para<br />

muchos de nosotros sería, si no de mala, al menos de dudosa<br />

educación.<br />

Supongamos que, de todos modos, logramos pasar dichas<br />

instancias con fuerza suficiente para intentar conversar con<br />

el resto de los presentes, aparecerá, como por generación espontánea,<br />

un nuevo problema: ¿a qué distancia deberíamos<br />

pararnos para hablarles? Nuevamente, podemos descartar<br />

rápidamente la existencia de una solución mágica ya que todo<br />

dependerá, una vez más, de dónde, quién y cómo. Si estamos<br />

en América Latina probablemente nos acerquemos para hablar<br />

con otro pero si hacemos eso con un estadounidense o un inglés<br />

no sólo nos considerará unos maleducados que “le tiramos<br />

nuestro aliento encima” si no que es muy probable que dé un<br />

paso hacia atrás tratando de recuperar la distancia perdida y<br />

seamos nosotros quienes pensemos que se trata de alguien<br />

antipático y maleducado.<br />

Otro problema será pasar a la zona del comedor y sentarnos a<br />

la mesa. Si nos encontramos en una comida formal, el bendito<br />

protocolo solucionará el problema indicándonos que todos<br />

debemos esperar a que la anfitriona (sí, de haber una mujer<br />

entre los anfitriones siempre deberá ser ella) nos invite a hacerlo.<br />

Eso sí, en tal caso mejor que ni se nos ocurra levantarnos<br />

durante la comida porque quedaríamos como unos verdaderos<br />

maleducados. Por suerte para aquellos de vejiga poco<br />

resistente, no todas las comidas son tan formales y puede que<br />

simplemente nos vayamos sentando a medida que lleguemos<br />

y podamos luego levantarnos a voluntad. Pero nada es tan<br />

sencillo como parece… ¿qué hacer cuando llegue alguien si ya<br />

estamos sentados?, ¿lo saludamos, esperamos que salude, nos<br />

paramos, nos quedamos? Para muchos de nosotros lo normal<br />

sería levantarnos para saludar al que llega pero en Japón, por<br />

ejemplo, eso sería de mala educación, incluso agresivo, y para<br />

mantener un perfil bajo y no ofender al recién llegado deberíamos<br />

quedarnos sentados esperando…<br />

Finalmente, cuando ya estemos sentados y la comida sobre la<br />

mesa podremos relajarnos y disfrutar del momento pero, ojo,<br />

no nos olvidemos de un pequeñísimo detalle: ¿quién empieza<br />

a comer? Imaginemos, por ejemplo, que una familia italiana<br />

invita a un joven chino a almorzar. Lo más probable es que, de<br />

no mediar algún tipo de aclaración, nadie empiece a comer y<br />

la situación se dilate perennemente. Los italianos esperarán<br />

que el joven chino, al ser el invitado, empiece, mientras que el<br />

joven no querrá parecer maleducado empezando antes que el<br />

comensal de más edad… otra vez, ¡perros y gatos!<br />

¿Y quién dijo que una vez que se empieza todo se vuelve más<br />

fácil? Pensemos en los ruidos mientras que comemos. A la<br />

mayoría de los argentinos nos parecerá de mala educación (y<br />

quizás en extremo irritante) que quienes comen con nosotros<br />

hagan ruido ¡y ni hablar de que alguien tenga el tupé de<br />

eructar! Sin embargo, en China lo que es considerado mala<br />

educación es no hacer ruido al tomar la sopa ya que indica que<br />

al invitado no le parece sabrosa. Además, por extraño que nos<br />

resulte, nadie considerará de mala educación que alguien eructe<br />

en lugares tan disimiles como China o Alemania.<br />

Para peor, una vez sorteadas tantas dificultades aún nos queda<br />

un problema, ¿cuándo y cómo dejar de comer? Quien sea invitado<br />

a comer en Italia tendrá a bien recordar que le ofrecerán<br />

varios platos y dejar previsoramente lugar para comer aquellos<br />

que faltan ya que, bajo ningún concepto, deberá rechazar un<br />

plato de comida. Es más, si no quiere quedar como un mal<br />

educado o hacer sentir mal al cocinero o cocinera será mejor<br />

que no deje nada en el plato. Pero cuidado si siente que no<br />

puede comer más ya que en países como China, no dejar nada<br />

en el plato indica que aún se tiene hambre y es una invitación a<br />

que le sigan sirviendo…<br />

Cuando uno, entonces, piensa todos los malentendidos que se<br />

producen en torno a un evento tan universal como comer no<br />

puede evitar pensar cuántas veces quedó como un maleducado<br />

o acusó de maleducado a alguien que simplemente tenía otra<br />

costumbre, cuántas veces no fue más que un gato almorzando<br />

con perros o un perro en una cena de gatos<br />

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