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Revista Quid 46

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del mundo están hechos para quien tiene dos piernas.<br />

–En esa misma obra advierte sobre los riesgos de perder<br />

la capacidad de imaginar... Empecé a pensar en eso<br />

al encontrarme en todas partes con gente que aseguraba no<br />

tener imaginación y que por ello admiraban mis novelas. Lo<br />

peor es que aceptaban haber perdido la fantasía sin preocuparse<br />

por ello, y yo les respondía que era imposible no tener<br />

fantasía e imaginación y que más bien ellos habían renunciado<br />

a tenerla y la habían dejado en manos de otros, lo cual era<br />

tan peligroso como vender el alma al diablo. Les conté que<br />

cuando había ido a los campamentos de desplazados en Ruanda<br />

vi cómo los niños, en esas condiciones tan difíciles, inventaban<br />

con lo poco que tenían a mano sus propios juegos y con<br />

eso trataban de sobrellevar aquella situación tan extrema.<br />

–Es un férreo enemigo de la televisión. ¿Cree que es<br />

uno de los factores que influyen en esa pérdida de la<br />

imaginación? Sin dudas, la televisión la ha asesinado, pero<br />

la imaginación resiste a través de los libros, del teatro… No<br />

obstante, debo aclarar algo: no tengo nada contra la televisión<br />

como medio, sí estoy muy en contra de la televisión italiana<br />

de los últimos treinta años. No estoy contra la televisión inglesa<br />

y no conozco a la televisión argentina. Ante lo que me manifiesto<br />

decididamente es contra la televisión utilizada como<br />

método de propaganda, como simplificación de la inteligencia,<br />

el fomento del desprecio por la cultura y la creatividad.<br />

La televisión puede ser una herramienta magnífica como difusora<br />

de ideas, y si se dedicara a eso yo la amaría sin límites,<br />

pero tal como se ha expresado en las últimas décadas, debo<br />

decir que la televisión italiana ha envenenado la inteligencia<br />

de los espectadores al ser un mero artefacto propagandístico<br />

de la política de Berlusconi, alguien que por naturaleza está<br />

no sólo peleado sino definitivamente divorciado de todo lo<br />

que tenga que ver con la inteligencia.<br />

–¿Se siente libre de expresarse hoy en Italia? Sí, aunque<br />

debo luchar mucho para encontrar espacios de libertad. He<br />

aprendido que se tienen que hacer algunas cosas y renunciar<br />

a otras, como por ejemplo rechazar cierto tipo de corrupción<br />

que continuamente practica la industria mediática. Es obvio<br />

que si aceptara trabajar para la editorial Mondadori (propiedad<br />

de una de las hijas de Berlusconi) o ir a la tele sería<br />

menos libre, pero por fortuna aún existen espacios en los que<br />

uno todavía puede sentirse libre.<br />

–¿Cómo pudo dar con esos espacios? Tuve suerte: comencé<br />

a trabajar en una época en la que las editoriales aún no<br />

estaban dominadas por la televisión. Se reconocía el talento,<br />

bastaba con que una o dos personas en una editorial lo vieran<br />

y no tenías a cien personajes televisivos que pasaban delante<br />

tuyo. Se publicaban menos libros y las editoriales eran diferentes,<br />

en el sentido de que buscaban escritores y no famosos<br />

que escribieran libros. Si ahora un joven escritor quiere publicar<br />

tiene por delante por lo menos a veinte imbéciles de la<br />

tele que escriben<br />

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