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Revista Quid 46

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1o<br />

las calles. A la pregunta de por qué se deja crecer el bigote,<br />

Travis responde: “Para ocultar mis pecados”. El internado<br />

(¿Oxford? ¿Cambridge?), con sus arcaicas reglas disciplinarias,<br />

representa un sistema conservador y obsoleto que más<br />

temprano que tarde será puesto en jaque por los alumnos<br />

menos sumisos. En términos estéticos, el aparente clasicismo<br />

del comienzo, poco a poco termina por ceder y troncar en<br />

una narración dotada de mayor libertad, sin perder, eso sí, el<br />

respeto por una “buena educación” (incluso los líderes más<br />

salvajes se vanaglorian de ello).<br />

Quien no recibe una buena educación, se entiende, es un<br />

“mal educado”. De este modo queda planteada la sutil frontera<br />

entre lo que Sarmiento comprendía como civilización<br />

y barbarie. Un destacado educador del siglo XVII conocido<br />

como Jan Comenius, obispo protestante de Moravia, se propuso<br />

un objetivo educativo casi utópico, que podría resumirse<br />

en “enseñar a través de todas las cosas a todos los hombres”,<br />

postura que se conoce como pansofía. Pero el ideal de Comenius<br />

pronto se vio postergado porque los requerimientos del<br />

proceso civilizatorio tenían por delante otras prioridades.<br />

El sociólogo Norbert Elias (Breslau, 1897-Ámsterdam,<br />

1990) en su teoría del proceso civilizatorio –atravesada por<br />

una mirada de largo aliento claramente emparentada con la<br />

historia de las mentalidades–, analiza los procesos de configuración<br />

de la sociedad occidental desde la Edad Media<br />

en adelante. Según la misma, la civilización ha sido pues el<br />

resultado tanto de complejas transformaciones profundas<br />

en las estructuras sociales, económicas y políticas –sociogénesis–<br />

como de cambios en las estructuras psíquicas de los<br />

individuos –psicogénesis–. Imbuido de una visión relacional<br />

y dinámica de lo social, para Elias el concepto de civilización<br />

“se refiere a hechos muy diversos: tanto al grado alcanzado<br />

por la técnica, como al tipo de modales reinantes, al desarrollo<br />

del conocimiento científico, a las ideas religiosas y a las<br />

costumbres (...). Para ser exactos, no hay nada que no pueda<br />

hacerse de una forma ‘civilizada’ y de una forma ‘incivilizada’,<br />

con lo que siempre resulta algo difícil tratar de resumir en<br />

unas cuantas palabras todo aquello que el término ‘civilización’<br />

comprende”. 1<br />

Durante la Edad Media se producen importantes cambios<br />

en las costumbres, ritos y prácticas de los caballeros que van<br />

modificando sus actitudes corporales, su vestimenta, su gestualidad<br />

–sus “comportamientos externos”– como expresión<br />

del avance de limitaciones a las manifestaciones emotivas de<br />

los individuos. El proceso civilizatorio supone un aumento de<br />

la autocoacción y el autocontrol en detrimento de la coacción<br />

externa. Según Elias, las personas se fueron civilizando a<br />

partir de la adopción de pautas y conductas que irán ganando<br />

legitimidad, en ocasiones hasta nuestros días. En su opinión,<br />

la publicación de De civilitate morum puerilium (1537) por<br />

1Elias, Norbert, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogéneticas y<br />

psicogenéticas, México, Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 57.<br />

Erasmo de Rotterdam –De la urbanidad en las maneras de<br />

los niños, según su versión en español (2006)– tendrá un fuerte<br />

impacto sobre el disciplinamiento de los cuerpos a través<br />

de la prescripción de la repetición de rutinas de moderación,<br />

higiene y compostura. Estas normas originalmente pensadas y<br />

escritas para educar al niño Enrique de Borgoña, hijo del rey<br />

Adolfo, se harán extensivas a toda la sociedad.<br />

Elias concibe al entramado emotivo de los seres humanos<br />

como una totalidad. En tal sentido, y en la medida en que sus<br />

diversas expresiones son difíciles de separar, no parecería posible<br />

retomar esta idea y analizarla en clave de construcción<br />

cultural. Este entramado emotivo, ¿es natural, instintivo o es<br />

también el resultado de un proceso de moldeado cultural?<br />

En Elephant, film de Gus van Sant (2003), el autor expone su<br />

visión de los asesinatos verídicos que dos estudiantes llevaron<br />

a cabo en su propio instituto, Columbine. Van Sant no ha<br />

intentado manifestar su opinión ni mucho menos manipular<br />

al espectador, y por eso ha optado por una estética del riesgo.<br />

Su película carece de ritmo, guión completo, orden, progresión<br />

y todo lo que la mayoría de los films suelen tener. Tampoco<br />

es necesario: de forma imparcial, aséptica, se ha limitado<br />

a mostrar los hechos para suscitar la difícil pregunta: “¿por<br />

qué lo hicieron?”. Chicos bien educados, sanos, criados según<br />

los parámetros del ideal aristotélico. El elefante de tan curioso<br />

título parece hacer referencia a que el tamaño de dicho<br />

animal puede ocultarnos la verdad. Pero aunque quizá no sea<br />

esa exactamente la idea, sino que la buena educación también<br />

puede, bajo determinadas circunstancias, tener la torpeza de<br />

un elefante en un bazar<br />

*<br />

Escena del film Elephant (2003)<br />

ESCRITOR, TRADUCTOR y PERIODISTA, ha publicado varios libros de poesía<br />

y editó la colección Planeta Nómade sobre literatura de viajes. Aparecieron<br />

los títulos El camino de las damas, La ruta argentina, En busca de Cathay<br />

y Las huellas del río, todos en Editorial Planeta. También la antología<br />

En la vía - Relatos desde un tren y Relatos de París.

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