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Revista Quid 46

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“A temprana edad debí abandonar mi educación para ingresar<br />

a la escuela.” Esta frase es atribuida a George Bernard Shaw<br />

quien, con este tono irónico, intentaba minimizar la importancia<br />

que la educación formal le tenía reservada para un niño.<br />

Hay una cierta predisposición para valorar y, en algunos<br />

casos, sobrevalorar a aquellas personas y personajes que se<br />

“hicieron solos”.<br />

En el caso específico de la música popular esta situación sirve<br />

para proporcionar elementos de valor para determinados artistas<br />

que no tuvieron una educación musical formal.<br />

De ninguna manera esto debería ser un demérito, pero la pregunta<br />

es ¿hasta dónde un músico es enteramente autodidacta?<br />

Hay un punto en la vida de un músico en el que forzosamente<br />

deja de ser virgen de conocimientos teóricos. El solo hecho<br />

de la práctica diaria con un instrumento hace que cada músico<br />

tenga su propio método para realizar su obra.<br />

Se dice que como Carlos Gardel no sabía escribir música<br />

de manera formal, solía pegar números en las teclas del piano<br />

para poder memorizar las melodías que se le ocurrían, las<br />

cuales luego eran engalanadas con las poesías de Alfredo Le<br />

Pera, por ejemplo.<br />

Litto Nebbia, pionero del rock argentino, comenta en su<br />

libro Una mirada como el entorno familiar, en el que su padre<br />

(reconocido cantante de boleros de Rosario que actuaba<br />

con el seudónimo de Félix Ocampo) y su madre, ama de casa,<br />

pianista y profesora de música, le posibilitó el acceso a todas<br />

las formas del arte.<br />

Comenta Nebbia sobre su padre: “Mi viejo era un tipo de una<br />

intuición musical terrible y una increíble afinación. Sobre la<br />

música que escuchaba hacía comentarios siempre certeros y<br />

con detalles que no se te ocurrían. Tenía la manía de sacar la<br />

melodía interior que uno tiene y decía que había que improvisar<br />

constantemente sobre cualquier cosa que se oye por la<br />

radio, en el colectivo o en donde sea. Yo hacía eso todo el día<br />

desde los ocho años. Cuando te organizás un poco, un día te<br />

das cuenta de que estás inventando melodías que son tuyas y<br />

las entrás a repetir diariamente… Luego, a los doce años es<br />

cuando empecé a escribir mis primeras canciones”.<br />

Este tipo de intuición artística es la que lleva a músicos populares<br />

y disímiles como Luis Alberto Spinetta, John Lennon,<br />

León Gieco, Jaime Torres, Peter Gabriel, Enrique “Mono”<br />

Villegas, Charly García, Enrique Santos Discépolo, Ian<br />

Anderson, Fito Páez y cientos o miles más, a incursionar en<br />

el infinito universo de la música.<br />

Las motivaciones e inspiraciones que tiene un músico al<br />

momento de crear una obra pueden provenir de distintas<br />

fuentes. Johann Sebastian Bach nutría sus composiciones<br />

con elementos provenientes de las canciones populares que<br />

escuchaba en las voces de los juglares y artistas callejeros.<br />

Bach, integrante (junto con Mozart y Beethoven) de la<br />

Santísima Trinidad de la música clásica, tenía el oído atento<br />

a ese mágico momento en el que el aire vibra y transforma el<br />

sonido en música.<br />

En base a esa materia prima surgían las obras maestras que<br />

legó para los seres humanos. Este método, entonces, no está<br />

tan alejado del que llevaba adelante el joven Nebbia mientras<br />

recorría las calles de Rosario con su padre.<br />

Pero no sólo intuición es lo que proporciona calidad y altura<br />

musical. Pablo Picasso decía que en el arte es necesario tener<br />

un diez por ciento de inspiración y un noventa por ciento de<br />

trabajo.<br />

Keith Emerson, integrante de Emerson, Lake & Palmer, no<br />

hubiera podido componer su Concierto para piano y orquesta<br />

Nro. 1 sin el trabajo constante desarrollado a lo largo de los<br />

años, tratando de superarse a sí mismo tanto en el aspecto<br />

técnico como compositivo (a pesar de la dudosa calidad artística<br />

de dicha composición, ya que seguramente no pasará a<br />

la historia grande de la música académica). De todos modos,<br />

como suele decirse, lo que vale es la intención…<br />

Cierta sobrevaloración sobrevuela en algunos músicos, pero<br />

sería peor no llevar adelante determinados intentos. Cuando<br />

Billy Joel decidió que se grabaran sus piezas para piano<br />

clásico (Fantasies & Delusions, lanzado en 2001, cuyas piezas<br />

son ejecutadas por Richard Joo), llevó adelante un ejercicio<br />

estilístico para que sea reconocido no sólo como el gran melodista<br />

que es, sino también como compositor serio. Pero, como<br />

comentó en su momento Diego Fischerman al reseñar el<br />

álbum, “¿qué sentido tiene componer música del siglo XIX a<br />

finales del siglo XX?”.<br />

La autocrítica a veces es necesaria, como la ejercida por Inodoro<br />

Pereyra que, según le comenta a su perro Mendieta en<br />

una de las tiras creadas por el inolvidable Roberto Fontanarrosa,<br />

“sé escribir pero no sé leer, porque no me gusta lo que<br />

escribo…”.<br />

Recomendación final del autor: para escuchar música es necesario<br />

el mismo poder de abstracción y concentración que se<br />

necesita para leer un libro o ver una película. Cada momento<br />

que discurre mientras suena esta maravillosa matemática<br />

audible puede ser único. Como le comentó a este escriba el<br />

tecladista suizo Patrick Moraz (reemplazante de Rick Wakeman<br />

en el álbum Relayer de Yes de 1974): “Music is music,<br />

therefore, music IS music” (Música es música, por lo tanto,<br />

música ES música)<br />

Charly García y Fito Páez<br />

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