Revista Quid 46

La voz
de los terrícolas
En plena gira mundial para presentar su nueva placa, la cantante británica SARAH BRIGHTMAN
conversó con Quid sobre este reciente trabajo y sus próximos proyectos, incluido un futuro viaje
al espacio
POR Sergio Varela
Brightman, se encuentra en plena gira mundial para presentar
su nuevo disco, Dreamchaser (“perseguidor de sueños”).
Ella misma es la concreción de un hermoso sueño, desde que
a los tres años comenzó a aprender ballet en su pueblo natal
de la región de Herefordshire, hasta convertirse en uno de los
íconos de la escena musical inglesa posmoderna. Cantó en los
Juegos Olímpicos y en los teatros de ópera más importantes
del mundo, fue pareja del compositor Andrew Lloyd Weber,
y ahora planea viajar al espacio en 2015.
También despliega una calidez notable cuando, en conversación
telefónica con Quid desde Berlín, expresa los sueños
que procura perseguir, una positiva utopía de paz y armonía
universal donde la música es catalizador y lenguaje de entendimiento.
–¿Cuál es la característica de Dreamchaser, su nuevo
álbum? ¿Qué nuevas propuestas encontraremos, similares
o diferentes a sus álbumes anteriores? Creo que
se trata de un trabajo más expansivo que los anteriores, tiene
una mirada más universal, muy influida por emociones de
mi infancia. En la década del 60, yo vivía en el poblado de
Berkhamsted, en Herefordshire, y teníamos un solo canal de
televisión, donde me impresionó mucho la imagen de la llegada
del hombre a la luna. Yo era muy pequeña, pero desde
entonces ese evento motivó en mí una gran inspiración para
encontrar en la música un lenguaje y a la vez un mensaje de
armonía y afecto universal. Justamente, este nuevo disco propone
acercarle al público temas positivos, como parte de ese
mensaje.
–¿Qué ha descubierto a partir del cruce de estilos entre
la música clásica y el pop? ¿Qué le aporta el pop a la
música clásica y qué la música clásica al pop? Más allá
de los estilos, la música es siempre la misma; probablemente
lo más importante es que pueden coexistir diferentes formas
de abordarla, y eso enriquece la expresión de quien la interpreta
y a la vez abre los corazones y las mentes en quienes la
escuchan. Creo que ese fue el principal desafío y también el
mayor acierto del Classical Crossover, un estilo masivo y a la
vez elaborado, que logró ampliar la base de oyentes de música
clásica y proponer temas un poco más complejos a quien
antes sólo escuchaba un sonido menos profundo.
–¿Qué fue lo que la impulsó a elegir ser cantante?
¿Qué cree que puede enseñar la música, en qué forma
puede colaborar con la educación de las personas?
Desde los tres años que he tomado clases de ballet, así que
la educación para el arte ha sido una de las constantes y una
de las experiencias más significativas en mi vida. Creo que es
muy importante el aporte que el arte puede hacer a la educación.
Contribuye a despertar y desarrollar la sensibilidad,
muchas veces se entiende que la educación sólo consiste
en una especie de adiestramiento para la eficacia. Y el arte
aporta la capacidad de comprensión, el gusto por la belleza, la
sensibilidad, la capacidad de sentir emociones y expresarlas.
Es muy, muy importante la música para el crecimiento y la
evolución de las personas.
–Hay una versión de que usted piensa viajar al espacio
en los próximos años. ¿Es verdad eso? ¿Cuál es su propósito
con esa expedición? Sí, es una gran ambición que
tengo desde muy pequeña, desde aquella vez que vi por televisión
la llegada del hombre a la luna. Es un viaje que haré en
2015, mediante la agencia rusa espacial Roscosmos, y se trata
también de un mensaje esperanzador para la humanidad. En
el momento del viaje tendré 55 años, lo que me convertirá
en la persona de mayor edad en haber viajado al espacio. Es
decir que las personas de más de 50 años pueden hacer cosas
tan notables como visitar una Estación Espacial.
–¿Qué es lo más valioso que ha aprendido a lo largo
de su carrera y qué es lo mejor que ha enseñado? La
respuesta es la misma para las dos preguntas. He aprendido,
y desde que lo hice he procurado transmitirlo a los demás
a través de mis recitales y mis discos, que la sensibilidad, la
capacidad de apreciar la música, la creación de otros seres
humanos, nos iguala y nos hermana como tales. También nos
vuelve mejores, más sensibles, más amigables. Más humanos,
en definitiva
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