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Revista Quid 46

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piensan de él y que jamás dicen en su presencia. Así se entera de que es emblema de la avaricia,<br />

la desgracia y el frío. Es uno de los problemas de la invisibilidad: se termina por saber la<br />

verdad. Esta es tal vez la idea más terrorífica de Dickens: no sabremos nunca lo que los demás<br />

piensan realmente de nosotros”.<br />

Para la novela Dombey and Son, publicada como era costumbre por entregas que se sucedieron<br />

entre 18<strong>46</strong> y 1848, se cuenta que hubo un cambio en el método de trabajo de Dickens,<br />

que pasó de cierta improvisación a una completa planificación que también aprendió de forma<br />

autodidacta. En 1849 fundó el semanario Household Words, que difundía relatos de autores<br />

poco conocidos y en el que él mismo publicó Casa desolada, entre 1852 y 1853, y Tiempos<br />

difíciles, en 1854. Poco después se peleó con sus editores porque no le daban el dinero que<br />

exigía y viajó a Italia, de donde surge el relato Imágenes italianas; Suiza y Francia, país en<br />

el que conoció al gran Alejandro Dumas y a un joven Julio Verne. Al volver a Inglaterra,<br />

combinó la actuación con conferencias sobre temas que le interesaban como los derechos de<br />

autor, la defensa de las prostitutas y la condena de la pena de muerte, muy en boga en el Londres<br />

de aquel momento como divertimento del pueblo.<br />

Su gran best seller fue David Copperfield, del cual llegó a vender hasta 100.000 ejemplares en<br />

poco tiempo y fue también el primer escritor en utilizar la palabra “detective” en sus novelas.<br />

El libro, al igual que otros del autor, es frecuentemente tildado de aburrido por algunos de<br />

sus lectores: “Lo recuerdo por la decepción que me produjo. Tendría unos diez años y había<br />

oído hablar mucho acerca de David Copperfield. Con mis ahorros reunidos gracias al Ratón<br />

Pérez –cuenta Ana María Shua– compré la hermosa edición de Peuser. Conseguí leerlo todo,<br />

con esfuerzo y sin mucha alegría. Los sufrimientos del pobre David eran sobre todo psíquicos,<br />

y me conmovieron poco. Me resultó muy aburrido”. También sintiéndose víctima del aburrimiento<br />

y agregando una crítica ideológica, Podetti va contra Oliver Twist: “No sé si lo odié por<br />

sumirme en un aburrimiento insoportable, por su visión santurrona y lacrimógena de la existencia,<br />

por decir ‘el judío’ 137 veces para describir a Fagin, el jefe de los ladrones (cosa que<br />

aparentemente ya era considerada antisemita en su tiempo) o por su creencia en la delicadeza<br />

de espíritu hereditaria”.<br />

Los biógrafos del autor, a quien desde su muerte se le han dedicado como un centenar de<br />

biografías, hablan de 420 títulos de Dickens vivos en todas las lenguas nacionales, publicados<br />

por editoriales tan diversas como Gadir, Nocturna, Alba, Periférica, Alianza, Planeta, Impedimenta,<br />

Ediciones B, Cátedra, Valdemar, Belaqva, Edhasa, Destino, RBA, Alfaguara, Espasa<br />

Calpe, Cátedra o Círculo de Lectores, entre otras tantas. “Su habilidad para crear personajes<br />

creíbles es una de sus grandes virtudes, junto a su enorme habilidad como narrador, su capacidad<br />

para contar historias –señala Ackroyd– Su talento para inventar es increíble: publicaba<br />

cada semana, cada mes, esperando siempre hasta el momento mismo del cierre. Y siempre<br />

lograba mantener el interés de sus lectores”. Se habla de alrededor de dos mil personajes en<br />

sus catorce novelas o quince si se cuenta El misterio de Edwin Drood que no llegó a terminar<br />

y sin tener en cuenta sus relatos breves, ni su producción periodística, aunque el Diccionario<br />

de Personajes Literarios Británicos recoge sólo 989 nombres.<br />

Izq.: Afiche de Grandes<br />

esperanzas, de David Lean (19<strong>46</strong>).<br />

Centro: Afiche de Oliver Twist, de<br />

Roman Polanski (2005).<br />

Der.: Rodaje de Grandes<br />

esperanzas, de Mike Newell<br />

(2012).

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