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El trabajo de cuidados: antecedentes históricos y debates ... - Fuhem

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CRISTINA BORDERÍAS, CRISTINA CARRASCO Y TERESA TORNSlas madres podían <strong>de</strong>positarlos(as) durante el horario laboral(Tilly y Scott, 1978). Sabemos incluso <strong>de</strong> casos en los que los em -presarios para retener a la mano <strong>de</strong> obra femenina permitían a lasmujeres llevar consigo a las criaturas al interior <strong>de</strong> la fábrica,don<strong>de</strong> algunas trabajadoras ancianas ya retiradas hacían <strong>de</strong> cuidadorasy vigilantas (Gálvez, 2000). La prolongación <strong>de</strong> la jornadafabril a lo largo <strong>de</strong>l siglo XIX, especialmente la <strong>de</strong> las mujeresobreras, llegó a extremos que imposibilitaba a las mujeres asumirel <strong>trabajo</strong> doméstico y los <strong>trabajo</strong>s <strong>de</strong> <strong>cuidados</strong> sin una red <strong>de</strong> apoyosfamiliares o vecinales suficientes. Hasta tal punto que algunas<strong>de</strong> las movilizaciones <strong>de</strong> las mujeres por el acortamiento <strong>de</strong> lajornada laboral a finales <strong>de</strong>l siglo XIX fueron apoyadas masivamentepor las asociaciones obreras masculinas porque, segúnre conocían públicamente, la duración <strong>de</strong> la jornada laboral femeninahabía llegado a ser incompatible con las tareas <strong>de</strong> la casa que<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el movimiento obrero se consi<strong>de</strong>raban tareas exclusivamentefemeninas (Bor<strong>de</strong>rías, 2009). Aunque hubo algunas vocesdiscrepantes, la mayor parte <strong>de</strong> las asociaciones obreras vieron enla expulsión <strong>de</strong> las mujeres casadas <strong>de</strong>l mercado <strong>de</strong> <strong>trabajo</strong> la solucióna la doble jornada y comenzaron a consi<strong>de</strong>rar como un signo<strong>de</strong> estatus el disponer <strong>de</strong> una esposa <strong>de</strong>dicada exclusivamente a los<strong>cuidados</strong> <strong>de</strong>l hogar y <strong>de</strong> la familia. En las zonas fabriles <strong>de</strong> utilizaciónintensiva <strong>de</strong> mano <strong>de</strong> obra femenina, la doble jornada sehabía hecho insostenible; un problema que traspasó el ámbitofamiliar para irrumpir con fuerza en el ámbito público en forma<strong>de</strong> reivindicaciones laborales, pero también <strong>de</strong> políticas públicasque mejoraran las condiciones <strong>de</strong>l cuidado <strong>de</strong> los menores: reivindicación<strong>de</strong> la reducción <strong>de</strong> la jornada laboral, leyes <strong>de</strong> maternidad(bajas, permisos, seguros), subsidios a las familias con criaturaspequeñas, sistemas <strong>de</strong> protección a la infancia (Bock y Thane, 1991;Vega, 2007).Des<strong>de</strong> finales <strong>de</strong>l siglo XVIII, el pensamiento económico, alasociar progresivamente el <strong>trabajo</strong> al mercado y al salario, contribuyó<strong>de</strong> manera muy <strong>de</strong>cisiva a la <strong>de</strong>svalorización económica <strong>de</strong>l <strong>trabajo</strong>doméstico. Y con el tiempo, a<strong>de</strong>más, las mujeres que se <strong>de</strong>dicabanprioritariamente a los <strong>trabajo</strong>s domésticos para sus familias fueronconsi<strong>de</strong>radas, en tanto no asalariadas, como “<strong>de</strong>pendientes” <strong>de</strong> un22

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