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un código. En cada caso, da dos cursos a la situación, a<br />
favor o en contra del intento del portador de <strong>poder</strong>. Por decirlo<br />
así, eso es <strong>poder</strong> en bruto. La relación entre estos dos<br />
cursos puede codificarse una vez más, es decir, puede duplicarse<br />
nuevamente, por ejemplo, como combinaciones permitidas<br />
o prohibidas. Esta codificación secundaria está relacionada<br />
precisamente con la relación que se forma por medio<br />
de la regla de duplicación del código primario, y sus<br />
problemas de referencia están en un área específica de problemas<br />
de esta relación. En el caso del <strong>poder</strong>, los grados<br />
excesivos de libertad ofrecidos por las combinaciones posibles<br />
con las alternativas evitables, deben traerse dentro del<br />
alcance de las expectativas. De este modo, en nuestra propia<br />
tradición, la codificación secundaria del <strong>poder</strong> resulta del esquematismo<br />
binario de lo correcto y lo incorrecto. 76<br />
Incluso en el área de los medios de comunicación esto<br />
no es un caso aislado. Así, en el código económico de la<br />
propiedad, la regla simple es que los fondos de una persona<br />
significan, simultáneamente y en grado idéntico, la pérdida<br />
de los fondos de otra; aquí se da una codificación secundaria<br />
en el mecanismo monetario en una cierta etapa de desarrollo.<br />
El código monetario duplica las oportunidades de<br />
convertirse en dueño de una propiedad por medio de los<br />
símbolos del dinero (sin valor en sí mismos). Esto pone en<br />
movimiento las posesiones materiales; pueden, como podría<br />
decirse, cambiar a sus poseedores y, debido a esta posibilidad,<br />
aumentar sus valores, ya que se entregan a cambio de<br />
riqueza o dinero. Como no poseedores de ciertos bienes,<br />
aquellos que tienen dinero tienen la oportunidad de adquirirlos,<br />
y viceversa. Un problema parecido surgió en el esquematismo<br />
lógico del medio de la verdad tan pronto como se<br />
legitimizó reflexivamente el proceso de la negación y se le<br />
aceptó en el código del medio como más reflexivo. Entonces,<br />
para usar una formulación de Bachelard, las verdades «se<br />
50<br />
76. Véanse, para más detalle sobre esto, pp. 68 ss.