La sirena varada: Año 1, Número 4

Aquel indigente no me quitaba la vista
de encima. Me estaba poniendo nervioso,
pero me controlaba por su aspecto:
barba descuidada, greñas grasientas
y gabardina hecha jirones. A todas luces
se trataba de un perturbado que
iba mendigando de vagón en vagón.
Pronto, sus indisimuladas miradas dieron
paso a una osadía que le permitió
acercarse hasta mí. Apestaba a cerveza
cuando me dijo:
—Yo te conozco: tú estás muerto.
Ahogando una sonrisa, me bajé en mi
destino. La expresión de mi rostro cambió
al ver mi cara en una esquela pegada
en la pared: «Se busca al asesino».
Belén Conde Durán
Cuentan las leyendas urbanas de Japón,
que si uno pasa por el lugar exacto donde
morirá se proyectará la escena de su
muerte. Se han escuchado historias de
personas que van de excursión a cuevas
fuera del país y ven como son aplastados
por un colapso de las paredes, como en
el mar pueden ver sus caras presas del
pánico por ahogarse, carreteras donde
se volcaron, incluso observando su
muerte en sus propias camas, etc.
Este fenómeno ha movilizado a una
minoría que busca saber dónde morirán
y cómo, la mayoría volviéndose locos
por no encontrarlo.
Sergio A. Rot
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