La sirena varada: Año 1, Número 4
El cuarto número de La sirena varada: Revista literaria bimestral; correspondiente a los meses de diciembre del 2017 y enero del 2018
El cuarto número de La sirena varada: Revista literaria bimestral; correspondiente a los meses de diciembre del 2017 y enero del 2018
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Aunque la duda más razonable es<br />
como llegó este texto a tus manos,<br />
quizá te preguntes de qué<br />
demonios hablo o quién soy. Pues bien,<br />
me conocieron como Velasco, licenciado<br />
en derecho y dedicándome al litigio<br />
desde poco tiempo luego de mi egreso.<br />
Nunca logré crear mi propio despacho<br />
así que trabajaba como becario al servicio<br />
de un viejo lobo de mar.<br />
—Velasco, ven acá que tengo algo<br />
para ti —decía la voz de mi jefe llamándome<br />
a la oficina—. Probablemente<br />
tengamos un caso que te interesa ya<br />
que nunca has trabajado solo con delincuentes.<br />
De cualquier modo, me ha<br />
llamado hace días un cliente llamado<br />
Álvaro <strong>La</strong>ngagne que necesita asesoría.<br />
Buena suerte, la vas a necesitar.<br />
Debo aclarar que nunca fui especialmente<br />
talentoso para asesorar, era por<br />
ello que en mi época de estudiante<br />
me llamaban maricón por ese rechazo,<br />
pero como lo mencioné no tenía opción,<br />
pues mis finanzas no iban con buen<br />
viento. Así que esa misma tarde, casi al<br />
cerrar la oficina, escuché que tocaron<br />
secamente a la puerta, atendí al llamado<br />
permitiendo el acceso a un hombre<br />
peculiarmente curioso. Y no por que<br />
estuviese vestido de forma extravagante,<br />
por el contrario, parecía algo jodido<br />
económicamente, pero algo en su mirada<br />
me generaba cierta inquietud.<br />
—Buenas tardes, caballero. Soy el licenciado<br />
Velasco, dígame en qué puedo<br />
servirle.<br />
Hubo un silencio sepulcral mientras<br />
el tipo mantenía los ojos en el piso,<br />
después de todo por algo había acudido<br />
a nosotros.<br />
—Dudo que puedas hacer algo por<br />
mí, pues no eres más que un hombre<br />
ambicioso como yo. <strong>La</strong> diferencia entre<br />
nosotros es que todavía eres un reprimido<br />
de tus propios deseos y yo he<br />
logrado liberarme de esa cadena que<br />
asfixia a toda existencia humana. No<br />
estoy aquí para que me asesores porque<br />
bien consiente estoy de mi perdición.<br />
No quiero quedarme con mi más<br />
grande logro hasta la tumba. Probé con<br />
muchas cosas, desde drogas hasta personas,<br />
y sólo estas últimas encendieron<br />
esa chispa en mí.<br />
A esas alturas de la declaración yo ya<br />
me sentía fascinado por la forma de hablar<br />
de <strong>La</strong>ngange pues iba deduciendo<br />
su posible delito: algún asesinato, eso<br />
era seguro.<br />
—Anteriormente me dedicaba a la enfermería<br />
pues no fui lo suficientemente<br />
estúpido para elegir la medicina, pero me<br />
di cuenta de que era una especie de genio<br />
en el manejo del material quirúrgico; sentir<br />
la sangre tibia de los pacientes en una<br />
mesa de operaciones a través del látex de<br />
los guantes me era muy satisfactorio. Descubrí<br />
que las personas serían mi fuente de<br />
plenitud a mi vacío existencial. Entre uno<br />
de ellos llegó una muchacha, enferma de<br />
hepatitis por ser una prostituta novata que<br />
obviamente murió por tonta, y a pesar de<br />
que no era una belleza ni mucho menos,<br />
hubo algo en ella que se quedó en mi mente<br />
desde que la atendí y que no pude sacarme<br />
de encima hasta que conocí a Isaac.<br />
Un joven que conocí en una de esas plataformas<br />
para obtener sexo gratis —esas<br />
palabras me cayeron como balde de agua<br />
helada pues me hizo recordarme a mí mismo<br />
utilizando en más de una ocasión sitios<br />
de citas similares que nunca terminaban<br />
en nada más que vergüenza—. Bien, decía<br />
que conocí a este niño por ahí, era bastante<br />
ingenuo por su edad y algo atractivo, así<br />
que no tarde mucho en decidir que sería mi<br />
próximo compañero de lecho.<br />
77