80 BENNY Por Racconto Urahara
Voy a contarles la historia de Benny tal como me la contó mi abuelo. Ocurrió cosa de 100 años atrás, cerca de la frontera con Aldalúa, donde las hierbas del monte quieren comerse el desierto y el desierto lucha por sacudírselas. A mi abuelo le gustaba decir que esa tierra estaba peleada consigo misma. Se lo escuché varias veces. También oí el inicio del relato de Benny en muchas ocasiones. Siempre las mismas palabras: Benny era un nahual, un diablero. Cambiaba de forma cada que quería y se convertía en lobo negro. Así se robó a su esposa: transformándose en lobo la asustó, la hizo correr lejos de su casa, hasta cansarla, y entonces se la robó. Unos dicen que la mujer de Benny era bruja, que por eso se juntaron, pero es mentira. Todos saben que las brujas y los diableros están peleados, igual que las matas del monte con la arena del desierto, y ninguno se acuesta en la cama del otro si no es para matarlo. Igual: también todos saben que Benny y Solada se habían acostado más de una vez, porque tenían dos hijos. Vivían en un pueblo llamado El Puerto. No había allí ni un solo charco para que los animales bebieran. El agua que tenían la sacaban del pozo, que, por el humor de dios o del diablo, quedaba a mitad de un cerro. Benny iba bajando del pozo cuando vio las luces del circo. Supo que algo andaba mal, a lo mejor porque esa tarde había oscurecido muy pronto, como si el sol le tuviera miedo a algo. A lo mejor lo olió en el aire, que huía lejos de la caravana del circo. En cualquier caso, Benny se apresuró en bajar. Pero llegó tarde. <strong>La</strong> caravana ya había pasado por el pueblo. El mago del circo había visto a Solada mirando por la ventana de su casa y entonces la había querido para sí; se la había llevado. Benny se transformó en lobo, dejó a sus hijos y fue tras la caravana. Encontró a su mujer enjaulada en uno de los carros. Cuando el mago lo vio, supo lo que era. Porque el mago era en realidad un brujo y porque ya venía oyendo los aullidos que los perseguían. Le habló a Benny, tal como hablan los hombres entre sí, y le dijo que podía llevarse de regreso a su mujer. Pero mintió. Abrió la jaula de Solada y cuando Benny saltó dentro para sacarla, el brujo lo encerró. Después le puso un collar encantado, que le impedía transformarse en persona y hablar. Obligó a Benny a actuar para el circo. Y a Solada la obligó a estar con él. Así, pasaron por varias ciudades y pueblos. Benny tenía que actuar en cada función y luego regresar a la jaula. El chico que limpiaba las butacas recogía lo que podía del suelo y se lo daba de comer a Benny, siempre a escondidas, pues le tenía miedo al brujo. Solada también tenía que actuar, era la payasita triste que lloraba lágrimas de verdad. Y después de la función, volvía con el brujo. Pero Solada no se rompió ni trató de huir. Esperó que el brujo se descuidara, esperó a ver las cosas que hacía falta ver y entonces supo cómo deshacer el encanto del collar. El brujo la descubrió en el momento en que liberaba a Benny y la hirió de muerte, tratando de detenerla. Solada murió en el suelo, con la cara manchada de tierra, pero contenta, porque lo que le esperaba al brujo sería justa retribución por los daños. Al desprenderse Solada de esa vida se llevó consigo la humanidad de Benny. 81